La situación
política hoy es crítica. Las posiciones están cada vez más
cerradas. El régimen se lanzó por el camino de acapararlo
todo, y montó la trampa de la enmienda, una vez asegurado
el escenario del triunfo.
La consulta le
otorga ropaje democrático a su proposición. Y las
dirigencias opositoras le dieron el si a la convocatoria y
le extendieron la mano de la legitimación. La polarización
se coloca así en plan de negociación y complicidad.
En este nuevo
capítulo de la confrontación de las minorías del
oficialismo y ‘las oposiciones’, que juntas suman menos
del 50% de la población, las partes podrían estar
dispuestas a pactar y negociar para favorecer sus
intereses.
Ir a una
enmienda sin debate previo ni programación es ya
sospechoso. Por ello sus decisiones chocan con el sentir
de más del 50% que no quiere saber nada de líderes ni
partidos políticos.
El universo de
la enmienda no sobrepasa un 25% y allí prevalece el
clima y la tarifa populista. El grueso de la población es
contrario al régimen venecubano y a la imposición del
‘Gendarme Necesario’ positivista.
¿Pero dónde
estamos hoy? El régimen boliburguerianio y venecubano está
obligado a triunfar para garantizar el control del jefe
que es el único que puede mantener la unidad, el
mando-poder. Una derrota de ‘las oposiciones’ terminaría
de extinguirlas.
De allí la
desesperación que se expresa, por ejemplo, en los llamados
a la calle en caso de un triunfo del Si. A diferencia del
2D y el 23N ahora sí cantarán fraude y saldrán.
El voto
entonces, convertido por ‘la revolución’ en arma de
guerra, tendría que ser defendido con la violencia del
Estado. Esto está planificado. De allí la orden del gas
del bueno, los ‘asaltos’, las ‘conspiraciones’ debeladas,
el affaire La Piedrita, persecución y detención de
desestabilizadores.
En estas
circunstancias, el llamado a la calle, de tener éxito, se
encontraría con la defensa armada de la “expresión de la
voluntad popular”. En todo caso, se le dispararía a la
oligarquía, los conspiradores y al imperio. Para ‘las
oposiciones´ estaría claro su hundimiento por lo pronto
irreversible.
La trampa-enmienda está montada. Mientras,
los dirigentes estudiantiles dirán que era correcta su
prédica, ‘nosotros solos no podemos’. Y ojalá Sancho, que
no haya calles con huellas de sangre!
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