A
19 años del 27F-89 lamentablemente procede preguntar si
vamos o no hacia otro estallido social. La historia de
aquel momento no está escrita todavía. Pero no es
aventurado afirmar que las condiciones económicas,
políticas, sociales y militares de hoy comportan una
crisis mucho más profunda. En aquel tiempo había un estado
de descomposición social que hoy está dimensionada.
Ya no es el palmario agotamiento-fracaso del llamado
‘modelo puntofijista’ o el comienzo de un vacío que a la
fecha, lejos de superarse, se hace cada vez más profundo.
Lo que tenemos por delante es una crisis que, en sentido
estricto, es continuación de la que produce el
levantamiento social del 27F-89 que con el tiempo ha
adquirido un desarrollo consistente.
El 27F-89 quedó al descubierto que el ‘modelo democrático’
era una farsa-ficción que se agotaba en el grito y el
ofrecimiento. El colectivo hambriento y angustiado se
lanzó a la calle a reclamar sus derechos. Entonces el
acaparamiento y la escasez eran incipientes. Las fuerzas
armadas, encabezadas por el ministro Ítalo del Valle
Alliegro y Heinz Azpúrua, fueron puntales en la represión.
Buena parte de los futuros insurgentes del 04F-92 hicieron
pasantía en esas acciones.
En el movimiento prevalece lo espontáneo. No hay una línea
política trazada ni líderes dispuestos para conducir al
colectivo hacia su logro. Desde ese momento las mayorías
ni miran ni aceptan al viejo y gastado liderazgo. Lo ven
como la materialización y representación de un gran
fracaso. Son dirigentes sin ascendencia ni espacio porque
ya no tienen tareas que cumplir. La mal llamada ‘cuarta
república’ ya nada tiene que buscar.
Todo fue tan sorpresivo y espontáneo que las FAN no
estaban preparadas para repeler protestas ni para atentar
contra el mando-poder establecido. Por ello su actuación
estuvo dirigida al mantenimiento del ‘Estado de Derecho’,
que para el momento es un negocio rentable. La estabilidad
paga los mejores dividendos a quienes, materialmente,
forman parte de las estructuras dirigentes.
En sentido estricto hay que registrar que todas las
fuerzas económicas, sociales o políticas, al sentirse
amenazadas, se juntan para defenderse, detener y atacar el
estallido social, conscientes de que este tipo de
manifestación de la sociedad es impredecible en su alcance
y proyección.
La defensa ante el eventual peligro es unánime. Funciona
abierta y específicamente el interés clasista. En un
inicio los principales medios televisivos jugaron al
rating con el suceso. Pero al captar su posible proyección
y ante el peligro que pudieran rodar hasta sus propias
cabezas, se replegaron y cerraron filas con las fuerzas
gubernamentales.
Por ello, a la hora en que se acometía la Masacre
Venezuela, esos medios exhibían programas de distracción y
congelaron su ‘deber de informar’. Desde entonces el miedo
como entidad de violencia para controlar la disidencia
ocupa un papel destacado en esta política.
Hoy, en consecuencia, y a pesar de estar dadas las
condiciones para un estallido social de mayores
proporciones que el ocurrido el 27F-89, tiene menos
probabilidades porque el aparato represivo está entrenado
y reforzado con un componente internacional socialista o
simplemente aliado petrolero.
Allí se anota la participación cubana para hacer bueno lo
de la unidad venecubana. Pero además se inscribe el aporte
iraní, ruso, chino, el grupo Alba, FARC, ELN, brigadas,
misiones, consejos comunales, círculos bolivarianos,
frentes, mesas técnicas, reservistas, fuerza armada,
‘organismos de seguridad del Estado’ y las fracciones del
PSUV, que se unirán para enfrentar la amenaza que pudiera
representar su liquidación.
Y ante este cúmulo de defensores de la ‘causa bolivariana’
se exhibe el antiimperialismo más radical, a pesar de que
el imperio en ningún momento ha visto en peligro el
suministro diario de petróleo, lo que le ha producido al
régimen los mayores ingresos de toda su historia. Ingresos
para financiar la causa antiimperialista pero no para
siquiera paliar la miseria y el descontento crecientes de
unas mayorías lanzadas a su peor destrucción.
Juego peligroso que amenaza con volverse contra sus
propios creadores. Y por ello el régimen, ante la evidente
caída de su ascendencia y de la propia capacidad de
convocatoria de su líder máximo, desde hace un buen tiempo
aplica el programa del cuidado programado o preventivo,
dirigido a enfrentar toda manifestación que se enfrente a
lo vigente y a controlar las posibilidades de un estallido
social.
Cuando el jefe único señala de manera reiterada que su
gobierno está tras la pista de los ‘narcos’ infiltrados en
los barrios, está creando un escenario en el cual puede
presentarse la necesidad de disparar en contra de los
alteradores del orden público allí instalados. En ningún
momento se enfrentará la angustia o la disidencia
encaramada en los cerros.
En reciente visita a Catia vimos esta pinta: ‘El Sacudón
Viene’. Este es el anuncio de que puede acercarse algo
parecido a lo del 27F-89. Y por ello se impone disparar, a
la manera más betancouriana, fidelista y perecista, antes
de que se cumpla la amenaza.
De esta manera quedaría establecido que el socialismo se
defiende a paso de vencedor. Por una parte manifiesta su
disposición a acometer el número de sacrificios que
hiciera falta y, por la otra, hacer valer los mecanismos
que proporciona la democracia en la que no se cree pero
que le ha servido y sigue sirviendo para mantener la farsa
revolucionaria.
Este es el caso de la maquinaria electoral dispuesta para
controlar mediante la trampa-negociación a las
‘oposiciones’. Se les lleva a una ‘objetiva confrontación
electoral’ cuando lo real es la existencia de mecanismos
de negociación, como los aplicados a propósito del
revocatorio del 02D-07, cuando oposiciones y gobierno
producen el fraude de mayor profundidad de la historia de
este ex-país.
Esto equivale a la unidad de las dos partes para disparar
contra el ‘soberano’, como un 27F-89 cualquiera, actuando
en escenarios electorales establecidos para someter la
propia voluntad de las mayorías. Terrible destino para una
Venezuela obligada a deslastrarse de seudodemocracias y
seudorrevoluciones represivas y tramposas, para poder
avanzar hacia una historia de nuevo signo. ¿19 años
después vamos hacia otro estallido popular?
abm333@gmail.com