Otra
vez la algarabía. Al debate político de la pobreza y el
vacío, se incorporan tres temas que pertenecen a un
anticuario. Por una parte, los cuarta-republicanos sacan a
relucir el fastidioso asunto del creador y padre de la
democracia venezolana, a propósito del centenario de
Rómulo Betancourt. Y esto coincide con la renuncia formal
de Fidel Castro al cargo del hasta ahora presidente de
Venecuba, quien fuera duramente combatido por el
ex-presidente por su ingerencia en la política venezolana
¿Cuáles serán sus consecuencias en esta parte del
‘proyecto revolucionario? ¿Asumirá Raúl Castro la
presidencia de esta entidad? ¿Pasará a ser otro padre
político del GP? Por otra, los quinta-republicanos y todos
los altavoces refieren el caso Luís Tascón como una gran
‘novedad’, a raíz de sus denuncias a los Cabellos-Minfra.
Con la exaltación de la “figura o personalidad histórica
de Betancourt” los cuarta-republicanos, que se desviaron a
territorios no democráticos, vuelven a las filas del bien
y dejan en solitario a la figura histórica del mal que es
Fidel Castro. Quieren así resaltar una vez más la obra
acometida para implantar lo que se conoce como democracia
desde 1958.
Se pretende marcar un contraste entre aquella realidad y
la que hoy prevalece en la llamada ‘revolución
bolivariana’. Entonces fue la supuesta preponderancia del
poder civil sobre el militar, el respeto a la cuestión
electoral y a los valores en general de la democracia. Y
todo esto se lo debemos, según el discurso de analistas e
historiadores del positivismo, al padre y creador que hay
en Betancourt.
Una labor que además estuvo a cargo de muchos de los que
en la década de los sesenta militaban en la empresa
revolucionaria emparentada con la ‘revolución cubana’.
Entonces estaban con la violencia y luchaban por el
derrocamiento del gobierno para implantar la ‘revolución
socialista’ con la cual se lograría un mundo mejor. Para
ese momento Betancourt es el enemigo y culpable de una
represión permanentemente desatada que dejó una gran
cantidad de muertos y heridos en nombre de la lucha contra
el comunismo.
Hoy buena parte de quienes decían en los 60’ ser
militantes rojos, son anticomunistas y afectos a
Betancourt y le reconocen el mérito de haber impedido que
Venezuela cayese en las garras de esa ideología. Admiten
además que el camino a seguir para alcanzar los cambios
sociales es el electoral, propugnado por el caudillo
socialdemócrata.
Pero no es verdad que con esta actuación esos ‘viejos
revolucionarios’ quedan libres de toda culpa. La política
golpista que impulsaron en los 60’ trajo como consecuencia
el vacío político que se concreta en el estallido social
del 27F-89. Sobre esta ola se monta la conspiración
dirigida por el golpista que luego será presidente. Y una
buena parte del contingente que había formado filas con
los ‘revolucionarios cubanos’ contribuyen a preparar el
movimiento que intenta tomar el poder el 04F-92.
Pero para el momento, el golpismo militar se había
separado de la casi totalidad de sus compañeros civiles
que con el tiempo entrarán a formar parte de ‘las
oposiciones’ al llamado proyecto revolucionario. Y por eso
hoy, arrepentidos de haber contribuido de manera directa a
la creación del monstruo revolucionario que no pudieron
encumbrar en los 60’, se pliegan a las lecciones
impartidas por el gran padre-demócrata. Es el regreso a
Betancourt, a una línea de donde nunca debieron separarse.
Y al frente, la otra corriente, la que lidera el GP y que
cierra filas con el padre-dictador de Cuba.
Estamos frente a una política que rinde culto permanente
al César, a los postulados del positivismo. Una vez fue el
espejo cubano de los cien vietnams y hoy se exalta y
exulta al César de la civilidad y el voto. Al lado quedó
toda acusación de asesino y violador de los derechos
humanos. Todo se exculpa ante la grandeza de su mensaje
democrático.
Y esta exaltación y caída de estas “dos grandes figuras
históricas” se produce en momentos en los hay un grueso
conflicto por el liderazgo venecubano. La salida de FC es
el resultado de toda una confrontación de fuerzas. Y el GP
por su parte tiene un entorno dividido y enfrentado por
las cuotas de poder con las cuales se hace todo tipo de
negociación y se obtienen los grandes beneficios que
otorga la corrupción. La implosión es a cuchillo limpio.
Pero, en medio de este escenario, surge una figura que, al
parecer, aspira lograr un “puesto en la historia”
asumiendo la responsabilidad de denunciar públicamente el
entramado de corrupción de la cual ha formado parte, para
salvar una tal revolución en la que nadie cree. Y el
diputado de las listas de la persecución busca ahora hacer
un ‘servicio a la patria’ denunciando a José David
Cabello, quien sustituyó a Vielma Mora en el Seniat, por
estar implicado presuntamente en casos de corrupción.
De inmediato la movilización contra el denunciante y la
propia comisión de contraloría de la AN donde se produjo
el señalamiento. Y se llega a la locura de “expulsar” al
diputado-lista de un partido que aún no existe y que nace
con las banderas del robo y la decrepitud en alto.
Es dura, difícil la situación de este gobierno que depende
en buena parte de los precios del crudo y de los acuerdos
internos para mantener el equilibrio en medio de la
implosión. Pero la carreta llegó lejos. El ataque de
Tascón al grupo Diosdado Cabello y al propio GP es
demoledor: DC es un hombre de confianza del presidente,
tiene injerencia en la AN y ...“maneja los hilos del poder
en el país. Esto no es secreto para nadie, sabemos la
influencia que ha tenido en la construcción del partido y
las alianzas que tiene.” (UN, 20/02/08, p.24). Maneja
buena parte de las FAN, la AN, Seniat, el partido. Está al
frente de los boliburguerianos. Seguramente aspira, al
igual que LT a la posición de “figuras o personalidades
históricas”
Y mientras avanzan los conflictos en Venecuba, ‘las
oposiciones’ pelean por las candidaturas a ver si
consiguen algunas ‘figuras o personalidades históricas’
que puedan competir con la carrera hacia estas posiciones
que tienen Diosdado Cabello y LT. Todos ellos verdaderos
alumnos de la nefasta Escuela de Betancourt y Fidel
Castro.
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