Otra
vez el crimen. Aquí nadie está exento de culpas. Todos
estamos unidos al acto asesino desde nuestro cómplice
silencio o desde la aceptación cobarde de que esta es una
sociedad de la muerte.
Con ello contribuimos a la indiferencia y convertimos el
acto mortuorio en algo carente de impacto. Trastocada
nuestra sensibilidad, no pasamos del falso lamento y la
lucha que se libra centrada en el individual egoísmo para
conservar lo que calificamos como nuestra vida.
Y en esa interminable cadena de muertes sin dolientes,
cuando nos disponemos a referir el último estudiante
asesinado, un registro policial sin mayores columnas, nos
anuncia que en el mundo de la criminalidad cayó Roxana
Vargas Quintero.
Y es larga la lista de estudiantes que han quedado en el
cemento o entre los cerros y los ríos gritando la palabra
libertad convertida en algo que sólo alcanza a darnos idea
de vacío o de esperanza para los tiempos que
inevitablemente tendrán que ser, más allá de la cantidad
de crímenes que siembren los dueños del capital y el
mando-poder.
Y no perdemos de vista la forma como se trastocó el sueño
de ideales de aquellos días en los que los jóvenes de los
sesenta, que decían ser ‘los hijos de Lenin’, lanzaban su
mensaje de clarín de libertad que se convertiría en alma y
canción para construir un porvenir de revolución.
Hoy cuando la muchachada enardecida protesta por la muerte
de un compañero, se consigue con la respuesta del mismo
Estado asesino de otros tiempos que les dice que la metra
que mató a Douglas no corresponde a los proyectiles que
usan las armas oficiales, acusando así a los propios
estudiantes de haberle disparado al compañero.
Y no solo esto. El Frente Bolivariano de Liberación (FBL),
esa estructura supuestamente guerrillera al servicio de la
‘revolución’ y que se mueve en la frontera con Colombia en
“combates” muy poco claros, le advierte ahora a los
estudiantes merideños que lideran las protestas y a las
propias autoridades de la ULA, por medio de un panfleto,
que están dispuestos a operar contra ellos si siguen las
acciones de calle:
“El FBL se hace presente en Mérida para asumir las
acciones de la revolución... Mérida cuenta con nuestro
equipo para su defensa y ustedes serán nuestros objetivos
militares para salvaguardar los intereses de este pueblo.”
(EN, 14/07/08, p.8).
Nadie puede dudar hoy que el estado de guerra que promueve
esta “revolución pacífica pero violenta y armada”, tantas
veces anunciada por el GP, es una realidad.
De allí la existencia de un clima de tensión y
angustia-miedo-terror. Porque sólo sobre esta base puede
avanzar, “a paso de vencedores”, este proceso de
destrucción que nos convierte, cada día con mayor fuerza y
decisión, en un ex –país.
Pero mientras el FBL difunde sus amenazas, el Min.
Interior y Justicia dice en rueda de prensa que “Este es
un gobierno humanista, que rechaza el asesinato, el uso
abusivo de la fuerza, venga de donde venga, que rechaza la
impunidad”... (EN, 15/07/08, p.1/7).
El mismo mensaje servido por los ‘gobernantes demócratas’
de 40 años de puntofijismo, cuando el Estado, utilizando
cuerpos policiales delincuenciales, asesinaron una larga
lista de estudiantes que se inicia el 27 de noviembre de
1960 cuando una bala policial acaba con la vida de Santos
Inocente Chourión Belisario. Tres días después José
Montesinos Palacios cae asesinado en el edificio de
Farmacia de la UCV. (ABM, Venezuela 1960, UCV, 1992, pp.
146-147) ¿Cómo negar entonces que somos una sociedad
anclada en la misma guerra?
Las palabras de Aurora Jiménez, llenas de tristeza y dolor
como las de tantas otras madres de este ex país, son la
mejor prueba de esa permanencia. Una madre cuyo hijo cae
abatido por ‘su’ revolución, en medio del torbellino de
violencia que estamos padeciendo y que muchos prefieren no
admitir.
Y ahora sólo le queda pedir que se establezca
responsabilidades: ...“Ese policía que hizo eso (…) la
tiene que pagar, porque a Caracas voy a hablar con mi
comandante Chávez, porque mi hijo era buen estudiante, un
buen compatriota era mi hijo y voy a hablar con mi
Presidente, porque él tiene que hacer justicia.” (EU,
13/07/08, p.1/10). Es explicable que esta madre afligida
crea aún en ‘su comandante’ para que se ‘haga justicia’.
Pero no deja de llamar la atención que por todas partes se
saca a relucir el argumento de que es necesario precisar
los responsables del crimen para que se haga justicia. La
mentalidad positivista avanza en la trampa de una supuesta
búsqueda del culpable sobre quien caerá ‘todo el peso de
la ley’, pero que deja a salvo el Estado criminal y
delincuente.
No es la “revolución humanista” la que asesina sino unos
policías que vienen de la “cuarta”. Y buscarán a un
responsable en la convicción de que bajarán las tensiones
y los agentes políticos regresarán a los cauces de la
campaña por los candidatos de alcaldes y gobernadores que
tendrá su punto culminante en la ‘gesta heroica electoral’
del 23N-08.
Entonces el asesinato de Douglas será un recuerdo que
quedó en aquellos noticieros de un tiempo ya lejano que no
nos toca ni nos pertenece. ¿Hasta cuando seremos
mercaderes de la muerte?
abm333@gmail.com