Venezuela
sigue en guerra. Y el jefe único desde un inicio señaló
que para él: ‘todo es una guerra, una gran guerra’ (Habla
el comandante, p. 461). De allí que estemos hoy
ante una fase de esa confrontación que se hace cada vez
más destructora.
Y esto está en
concordancia con un ‘proyecto revolucionario’ que declara
venir a ‘destruir este sistema’ porque ‘nada que intente
superar este modelo de democracia liberal, que para
nosotros ya murió, puede provenir de elecciones’. (p. 168)
Por ello agrega que por la vía del reformismo es
imposible el cambio: ‘por esa vía nosotros podemos llegar
aquí hasta una guerra civil’. (p. 630) Pero en la
práctica, su ‘revolución’ produce el mismo resultado.
Pero esa
guerra tiene un largo registro y está en el nacimiento
mismo de la patria-país-república. En la Venezuela de
“patricios criollos”, la república es para el hombre
libre, blanco y dueño. La constitución de 1830 distingue
claramente entre hombres libres y esclavos.
La Venezuela
‘grande’ aprovecha la ‘pequeña’ para que guerreara a su
favor en la ‘gesta independentista’. A la hora de la
Guerra Federal se intenta enfrentar a los herederos del
patriotismo y la libertad. Pero el ‘Pacto de Coche’ crea
los instrumentos para controlar y aplastar la disidencia.
Un alto para adquirir niveles de pacificación obligada.
El guzmancismo
atemperó con su capacidad represiva la acción de los
caudillos regionales. Pero la guerra continuó una vez
liquidado su poderío, hasta ser sometida o controlada por
el gomecismo. Es tiempo de la Venezuela de los ‘dueños
imperiales’.
En la tercera
década del siglo XX surge el proyecto para la formación de
‘otra Venezuela’. Se hace presente la influencia marxista.
Pero ya en 1931 Betancourt está al frente del Plan de
Barranquilla para poner a andar un proyecto
socialdemócrata en el cual la ‘revolución
pacífico-electoral’ comienza a tomar cuerpo.
La muerte
natural de Gómez actúa como otro muro de contención de la
violencia, y militares y civiles acuerdan la continuidad
del régimen. La Venezuela de los propietarios asume la
condición de patriotas y bolivarianos para guiar una tal
‘transición’ hacia la democracia.
El 18 de
Octubre de 1945 militares y civiles actúan como golpistas
para asumir el mando-poder. En el trienio 45-48 y en el
período dictatorial se mantiene en vida latente el cuadro
de guerra civil.
En 1958, la
llamada Venezuela de la unidad desplaza la dictatorial.
Renovación de demagogia-promesas para ofrecer una
democracia en la cual pudiera representarse el gobierno
del ‘pueblo soberano’. En la práctica es el Estado liberal
que mantiene en plena vigencia las desigualdades
económicas, sociales y hasta políticas.
Por ello hay
quienes se benefician desde un inicio de la ‘democracia’ y
quienes sólo tienen en ella una ficción múltiple que
permite la protesta, el grito del disidente, el voto
‘universal, directo y secreto’ siempre controlado por las
maquinarias políticas.
Es la
Venezuela del Pacto de Punto Fijo, para repartirse y
cuidar su mando-poder. En el escenario de 1958 hay algunos
pronunciamientos militares que ‘la nueva clase política’
maneja con solvencia económica, para garantizarse ‘el
apoyo irrestricto’ de las FAN.
Algo
fundamental para la estabilidad democrático-puntofijista,
que, al excluir de su seno al Partido Comunista, empuja a
las ‘izquierdas’ a buscar sus propios territorios.
Pero la
aparición en escena de la ‘revolución cubana’ impulsa la
creación de la ‘Venezuela Subversiva’. La década de los 60
ve aparecer una ‘lucha armada’ que, en principio tiene los
componentes específicos de la guerra civil, que tanto
espacio ha tenido en esta república.
Sin embargo,
ante la progresiva ausencia de apoyo social y consecuente
aislamiento, convierten el cuadro en un simple y brutal
aplastamiento de las fuerzas derrotadas. De allí la
aparición ‘democrática’ de la figura del torturado,
desaparecido, asesinado, masacrados.
Con la
victoria sobre “la subversión” se logra una estabilidad
que se pierde al acumularse los reclamos populares. Es un
modelo democrático agotado que tiene un punto culminante
el 27F-89.
Y es en este
contexto que se monta una conspiración bolivariana que, en
su prédica y hacer golpistas, en ningún momento logra
superar las condiciones de guerra civil avivadas el 27F-89
y reforzadas con los intentos golpistas del 92.
Por el
contrario, ya en el mando-poder, profundiza su prédica
guerrera y de allí su creación de la Venezuela
Socialista, basada en la amenaza permanente y creciente
contra los ‘oligarcas imperialistas’.
Pero un
socialismo que no se fundamenta en un aparato productivo
sino en una inversión llamada a financiar apoyos
políticos, que sólo generan espacios para la destrucción.
Se entiende así que la única manera de sostener al
régimen es con el arma de la guerra civil-militarista que
de manera abierta o encubierta padecemos desde hace 200
años.
Por ello hoy y
aquí prevalece el miedo, terror-angustia ante todas las
prácticas violentas propias de los regímenes autoritarios,
que se junta a un creciente y peligroso deterioro de las
condiciones económicas y sociales.
Todo un cuadro
que se maneja a partir de la aplicación de un estado de
‘guerra revolucionaria’, de la clase pobre contra la
rica-oligarca, ejercida por fuerzas en las cuales se hace
inversiones multimillonarias, que sirva para mantener el
mando-poder.
Una guerra que
enfrenta la Venezuela socialista a la capitalista para
producir un Capitalismo Socialista de Estado con su
correspondiente burocracia afianzada en los
boliburguerianos, que cuenta con un aparato de control y
represión que utiliza los mismos medios de sometimiento
del pasado, con el agravante de que es una guerra política
a la vez asediada y desafiada por otras creadas en el seno
de una sociedad en plena descomposición: guerra
delincuencial, carcelaria, de la salubridad, alimentaria,
del tráfico de drogas o del robo público.
Y ante este
cuadro el proyecto de guerra civil debe ser intensificado
garantizando la permanencia de una jefatura única. Por
ello la reforma supuestamente rechazada el 02D-07 y hoy
en plena aplicación terminará por garantizar la
continuación del caudillo milagroso al frente de los
destinos de la patria.
Quedará a
salvo así la construcción del socialismo que tiene en el
aparato de violencia-guerra civil los instrumentos para
producir todos los desmanes y violaciones a los tan
nombrados y tan poco respetados derechos humanos.
Porque esta es
una ‘revolución’ con un registro apreciable de muertos,
torturados, presos, secuestrados. Y en la parte de las
inter-guerras abundan los desaparecidos, abatidos,
exterminados. La masacre de siempre.
Un estado guerrero que cuenta con misiones,
reservas, batallones, brigadas, comunas, y hasta con el
apoyo de unas ‘oposiciones’ que le crean un contexto
democrático que se expresa en la abierta y nutrida campaña
para las elecciones del 23N-08. Se contribuye de este modo
a quitarle peso asesino a la guerra civil que aquí se
adelanta por todos los costados.
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