Con
‘El Universal’ en sus manos el colega nos señala
sorprendido la decisión de la Sala Constitucional del TSJ
según la cual el CNE no está obligado a publicar los
resultados definitivos del Referendo Consultivo del
02D-07. Se responde de este modo al recurso de amparo
solicitado por los profesores e investigadores Celina Áñez,
Eudes Vera y Baldomero Vásquez.
Y dice expresamente la presidenta de la Sala y el alto
tribunal Luisa Estela Morales que ...“el desconocimiento
de los resultados totales ‘no se constituye en desmejoras
a un interés general de la sociedad o de un sector de
ella.” Y como consuelo agrega que ‘los quejosos’ pueden
seguir su petición por medio de un recurso contencioso
electoral” (EU, 26/03/08, p.1/6). Pero donde acudan les
ocurrirá algo similar.
La situación es muy clara: no hay recurso que pueda
cambiar lo que ya es una decisión firme, acordada por
todas las partes: los resultados finales sólo deben
manejarlos las partes de la negociación.
Así se actúa cuando se realizan acuerdos entre partes,
supuestamente enfrentadas pero capaces de hacer un alto en
la contienda para firmar un pacto que permita obtener
algún beneficio del actual botín revolucionario.
Esto permite pensar que aquí la política de los dos polos
tiene una misma dirección. El dominio del jefe único no
concluye en su PSUV sino que se extiende a ‘las
oposiciones’ a las que pone a actuar a su favor de manera
permanente.
Esto se evidencia palmariamente con el silencio
generalizado respecto a la decisión en comento. No tenemos
noticia de que haya producido alguna manifestación de
protesta de ‘las oposiciones’ sobre lo que se podría
calificar como un abierto atropello al electorado que
confió o aún confía en la institución electoral.
Pero nada de esto puede sorprender si se tiene alguna
noción cierta sobre lo actuado el 02D-07 por la comunidad
política electoralista de ambos bandos. A la hora de los
dos y únicos boletines señalamos que estamos en presencia
del fraude de más alcance y profundidad de la historia
electoral de este ex-país.
No hay otra manera de explicar el absurdo estadístico
planteado desde la madrugada del 03D-07 cuando la
presidenta del CNE dijo que faltando por escrutar 2 de 9
millones de votos se sabía que la diferencia del 1% entre
el No y el Si era irreversible. Esta es una afirmación
numéricamente insostenible.
Entonces señalamos que si el CNE se atrevía a lanzar esos
resultados es porque tenía la seguridad de que no serían
rebatidos. Y esto hacía y hace pensar que para el momento
ya estaba sellado una negociación entre las partes, que
tenía incorporada una cláusula fundamental: el silencio
que valida la complicidad.
Por ello, ante las críticas de lo que calificamos como el
fraude al 1% se conformó una poderosa unidad apoyada por
congeladores o empresas de opinión que cada día se
auto-proclaman como los máximos defensores de esa
libertad.
La propia decisión del TSJ que apoya al CNE en su negativa
a dar un boletín definitivo del 2D se convirtió para
muchos medios en “materia sobre la cual no es conveniente
informar”.
Y esta actuación se corresponde con la conducta de los
otros partidos de ‘las oposiciones’ que poseen copia de
las actas de lo actuado el 02D y mantienen silencio.
Y esto es fundamental para examinar la situación. Cuando
el CNE, ahora apoyado por el TSJ, se niega a dar los
resultados definitivos se entiende que lo hace para
proteger “sus cuentas”. Pero lo mismo habría que decir del
lado opuesto.
Esto deja claro que las dos fuerzas, al menos en este
caso, actúan de la misma manera y con la más tajante
protección a lo acordado. Y esto obliga a suponer que hay
beneficios. Los del régimen son evidentes. No sólo vendió
la imagen de la ‘derrota pírrica’ sino que además dio
muestra de democracia respetuosa de los resultados
electorales y de tener un CNE totalmente confiable y sobre
el cual no se podrá arrojar en el futuro ningún tipo de
sombras.
El 02D-07 es ya una especie de cangrejo electoral y
político. Pero hay que observar que se trata de un
‘monstruo’ construido voluntaria e interesadamente por las
dos fuerzas supuestamente enfrentadas, nada menos y nada
más que para engañar a un colectivo que aún confía en la
vía electoral como fórmula democrática para resolver las
controversias planteadas en la crisis política que
padecemos.
No parece atrevido pensar a estas alturas que en el fondo
del festín electoral que promueven ‘esas oposiciones’ está
el o los acuerdos del 02D. Ya se da por descontado que se
reconquistarán muchas gobernaciones y alcaldías y que
después se impulsará en nuevo Revocatorio Presidencial.
Y se actúa sobre la base de la existencia de un CNE que
dejó a un lado toda maquinaria de fraude. La salida
electoral se da por descontada mientras el GP dice por
todas partes que su partido está obligado a obtener un
triunfo aplastante el 23 de noviembre porque si no es así
los oligarcas, imperialistas y traidores a la patria irían
por él y comenzaría aquí una verdadera guerra.
Esto puede significar que vamos ‘electoralmente’ hacia una
guerra civil de proporciones impredecibles.
Y si esto es terrible, la contraparte no lo es menos: sólo
el jefe único podría evitarnos ese padecimiento. De allí
la necesidad de hacer valer una vez más el credo
positivista para lograr que el descendiente-heredero “nos
haga el bien de mantener y defender la patria”.
Las complicidades, por consiguiente, materialmente borran
las llamadas diferencias de la polarización para dejar
establecido que la política hoy y aquí se sigue rigiendo
por la histórica confrontación por el botín, del cual
quedan excluidas las mayorías, empujadas a servir de
bastión de uno y otro ‘polo’, sin llegar a ser actores
conscientes de una historia que sigue impuesta por los
caudillos, héroes y perversos negociadores de todos los
tiempos.
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