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El positivismo socialista
por Agustín Blanco Muñoz  
sábado, 29 septiembre 2007


El problema reside en que la Constitución de 1999 se quedó corta en su misión de principal instancia teórico-legal para el control de esta sociedad. Privilegia al jefe único pero mantiene cierta independencia de poderes, algún juego democrático que reconoce el Estado de Derecho y la soberanía del pueblo expresada en el voto.

Mantiene la alternabilidad, la propiedad privada, la libertad de cultos, de opinión y el compromiso de llevar la democracia representativa a participativa, ante el agotamiento de un modelo que no fue capaz de solucionar a los grandes males de la sociedad.

Esa constitución, como las anteriores, se nutre del pensamiento romántico-ilustrado-positivista-liberal. Y en ese marco se mantiene el propósito de resguardar ‘la democracia’, a pesar de que no se cumplan los postulados de igualdad y libertad. Se entiende que es una sociedad de clases que se acoge a las leyes que rigen en el mundo y que no han sido alteradas por las ‘revoluciones’ que hasta ahora se conocen.

En lo teórico, la concepción materialista introdujo tesis importantes para la comprensión del hombre, la sociedad y el mundo: la historia es el hacer de todos. Pero en la práctica esa interpretación histórica sólo pondera el papel de ‘los grandes hombres’.

En nuestro caso, cuando se invoca los ‘cambios revolucionarios’, se mantiene el criterio de unos hombres “escogidos por la sociedad como sus líderes”, que controlan las maquinarias del mando-poder para crear una burocracia, que incluye el culto a la personalidad y un Estado a la medida del ‘máximo jefe’.

Eso es exactamente lo que ocurre con la proposición de Reforma Constitucional (ya aprobada y aplicada en la práctica). Todo gira en relación a darle un mayor poder al hombre necesario, único e inigualable.

Por eso, él lo tiene todo dispuesto para que su reforma se ‘discuta’ como la ordenó, entendiendo que todo debate o protesta contribuirá a darle un barniz democrático a su imposición, que quedará aprobada en Referendo al cual deben concurrir, como mínimo, quienes legitimaron al GP y el CNE el 03D-06.

Sancho, el peligro para ‘los oficialismos’ de la ‘revolución’ y ‘las oposiciones’ está en un abstencionismo que, organizado, pueda enfrentar a cómplices y a este positivismo-socialista del siglo XIX!

abm333@gmail.com

 
 

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