Dieciocho
años después del 27F-89 la tragedia es dimensional. Y lo
peor es que aún no sabemos qué ocurrió entonces ni dónde
estamos hoy. Sólo tenemos claro que sigue la misma
miseria.
La misma red que integran la incertidumbre-inseguridad,
controles-escasez-acaparamiento,
ineficiencia-burocratismo,
centralización-estatismo-autoritarismo.
El mismo poder presidencial que todo lo dispone y decide.
¿En qué consiste el ‘cambio para siempre’ y ‘la nueva era’
que aquí se altavocean?
Los periódicos día a día refieren los mismos partes de
hambre y muerte, desempleo, inflación e inseguridad. Las
mismas penas en la misma gente.
Y todos tenemos en la mente la imagen que se publicita por
todas partes para hacernos saber que ‘el especulador es un
criminal’ que debe ser denunciado. Porque si no se hace
nos convertimos en cómplices. Aunque la especulación,
expresada en escasez, siga gozando de muy buena salud.
Y no es algo que acaba de nacer. Ha sido el
juego-respuesta de una parte del capital cuando se ve
presionada o atacada por un similar o interlocutor con
carácter de rival.
Y lo importante es determinar lo que está detrás del
fenómeno, establecer sus causas. La especulación se da
porque hay condiciones propicias. Se trata por lo general
de un medio en el cual la producción es deficiente. Hoy
está socializada.
Y ‘los particulares’ entienden que están obligados a
salvar las deficiencias de la producción. Pero por las
razones del maquillaje-acomodo se va a la sustitución.
De este modo el aparato productivo del Estado termina
tomado, intervenido y puesto al servicio de una causa
‘superior’ por un contingente en el cual predominan
quienes proceden de su propia estructura.
En este sentido, la especulación está hoy en Mercal como
estuvo ayer en el Plan Bolívar 2000. El ‘Estado
Socialista’ toma para sí funciones que antes cumplían
particulares explotadores. Y desde esas posiciones se
profundiza todo género de corrupción. En esto se aplica la
continuidad administrativa. ¿Se logrará su modificación
con la ley de los especuladores contra la especulación?
Estamos ante males que nada tienen que envidiarle a los
que produce el gobierno de Carlos Andrés Pérez II y el
27F-89.
Sólo que en aquel momento prevalece, clara y abiertamente,
la cartilla-guillotina del FMI que hoy fue cambiada por la
‘habilitante revolucionaria y comunera’ a la cubana.
Ahora se trata de poner a un lado todo pasado democrático,
para hacer bueno el anuncio del fin del ‘período de
transición’ (que nadie sabe qué puntos comprendió) que,
‘irremisiblemente’ nos coloca en el camino de la
construcción del socialismo del siglo XXI.
La idea-objetivo en este momento va mucho más allá del
trazado por las leyes habilitantes del 2001, primera
avanzada para el fortalecimiento de los poderes estatales,
que condujeron a la inmensa crisis político-social-militar
que se inicia con el paro del 10/12/01 y que se extiende
hasta el 15Ag.-04, cuando se produce el “triunfo” del GP
en el Referendo Revocatorio por la vía del fraude-trampa.
Hoy estamos ante la decisión de impulsar e imponer nuevas
leyes habilitantes que permitan continuar la construcción
de las bases económicas, políticas, ideológicas, sociales
e institucionales para implantar el llamado socialismo del
siglo XXI.
Un ‘socialismo’ que, de entrada, cuenta con un Estado que
ha comenzado a andar por la sendas de la burocracia
revolucionaria y que tiene como pilar principal a esa capa
boliburgueriana de la nueva riqueza surgida al calor del
‘nuevo poder’.
El “aplastante triunfo” del oficialismo el 03D-06 y el
inmediato reconocimiento opositor de esos resultados en
‘limpios y transparentes’ comicios, ponen en manos del
régimen una suma de poderes que ahora aprovechan en forma
integral.
Puede marchar sin tropiezos en la elaboración de las leyes
que quiera en la seguridad que ni siquiera habrá
protestas. No hay temor entonces a una reacción en cadena
contra la ‘habilitación’ del socialismo comunero del siglo
XXI.
Hoy no existe una oposición dueña de la calle como en
2002-03. El aparato de control y para-revolucionario es
significativo. Cuenta con misiones, círculos, frentes,
destacamentos, brigadas, reservas, FA, ‘cuerpos de
seguridad del Estado’, aliados extranjeros.
Todos bajo la digna orientación de jugosas tarifas para
que se haga a plenitud el trabajo de impedir todo acto que
pueda desestabilizar la ‘revolución’.
No importa los métodos a utilizar pero los resultados
tienen que contemplar la continuación del ‘proceso’. ¿Pero
quién alcanzó el control político y social total? ¿Qué
sociedad se resigna indefinidamente a padecer?
De este modo se dan la mano el 27F-89 y lo que está
planteado hoy aquí. En ambos casos lo esencial es impedir
la desestabilización, cualquiera sean las consecuencias.
En este sentido, ‘la sublevación social’ contra las
medidas económicas de CAP produjeron una fosa común de ‘La
Peste’ cuya cuantificación aún no se ha determinado.
Una acción “desestabilizadora” en la actualidad nos podría
recordar aquella fecha u otros momentos en los cuales las
“revoluciones” salen a defenderse de las
‘contra-revoluciones’, dejando al paso los muertos que
sean necesarios e inevitables.
Por ello cada ‘proceso revolucionario’ porta las bolsas
negras para sus respectivos ‘sacrificados’.
Y en esto se juntan el capitalismo y el llamado socialismo
explotadores.
El camarada Stalin en esta Venezuela crea e impulsa una
desestabilización que sólo podrá detener con la “violencia
revolucionaria”, multiplicando el padecimiento de ayer.
¿Estaremos dispuestos a sumarnos a la sumisión que le dé
cada vez más espacio a la dominación boliburgueriana? ¿Nos
cuadramos todos con el socialismo de la especulación, la
desestabilización y la implantación del aparato productivo
estatal comunero y socialista siglo XXI?
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