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¿Una chinguita de navidad?
por Agustín Blanco Muñoz  
domingo, 23 diciembre 2007


Entonces la navidad era la fiesta mayor. Del pesebre de la humildad y la pureza del advenimiento del niño-Dios surge una alegría que a todos contagiaba. Eran tiempos duros ante los cuales se desataban los sueños esperanzadores para la construcción de porvenires.

Pero en el camino seguimos la siembra de extravíos que se juntan a los que se impone a esta sociedad desde que fue invadida por el “superior europeo”. Un lastre que cultivamos para uso al mayor. Y se logró una independencia que no fue entendida ni asumida por las mayorías.

Por esto la reflexión se vuelve un reclamo. ¿Cómo concebir un avance con la multiplicación del odio, el desencuentro, la violencia y todas las miserias que caen sobre esta sociedad? ¿Dónde está la condición de humanos dispuesta para recibir los valores del pesebre, la humildad, la entrega y el desprendimiento?

¿Estamos hoy obligados a militar en una supuesta democracia o un socialismo que ya fueron derrotados? La imposición sigue su ejercicio. Las mayorías ya no aceptan fraudes como el del voto y se disponen a ingresar en el futuro.

Esto asusta a los dueños que necesitan aumentar su caudal con el poder que pertenece a ese colectivo. Ellos saben que en ‘el reino’ que no se ocupe de invadir sino de compartir el pan y la alegría, no habrá necesidad de convocar reconciliaciones.

¿Y cómo construir ese tiempo de todos y sin predominio positivista del ‘gendarme necesario’? Esta tiene que ser decisión y labor de esa mayoría que hoy no atiende la convocatoria a votar por los mismos engaños del pasado y el presente.

Un colectivo que parece entender, como dice el mensaje de la CPT y el CEHA del IIES-FACES-UCV, que más allá de los signos del ayer de los trapecios, sonará cada uno de los puntos del recado de los amaneceres, que se acoplan a los aromas de aquellos patios en los que nacen los juguetes de las sinfonías de los mares, que se llenan con la savia de los pichoncitos que arman su estruendo sobre los saucos del anís, que tiene en las enredaderas el despertar de las tardes de los vuelos que se levantan desde el andar de los días, que se volverán fantasía para construir el mundo de todos los arcos y timbales del mañana, inundado por un repique de risas y amores.

Entonces, Sancho, la navidad no será chinguita sino esplendor y vida para todos!

abm333@gmail.com

 
 

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