El
precio del
miedo por Agustín Blanco Muñoz
sábado, 15
septiembre 2007
Entonces
había un salario para quien pudiera vencer el miedo y
lograr mortales objetivos. Habría un precio por ese
inmenso esfuerzo contra el miedo y para lograr salir de
las penalidades y miserias que les toca padecer a aquellos
4 hombres que un destino colocó en aquella terrible
aventura que Henri George Clouzot llevó a la pantalla en
los 50.
En el autori-totalitarismo que nosotros padecemos el miedo
tiene un crecimiento sin precedentes. Con el agravante de
que aquí, hasta ahora, no abundan los aventureros
dispuestos a darlo todo para vencer el miedo y derrotar a
quienes hunden cada vez más a este ex-país hasta el punto
de ponerlo en el lugar de la máxima destrucción. Una
maquinaria de corte fascista está sembrando el miedo en lo
más profundo de los seres. En la conducta de todos. La
cotidianidad. Es el instrumento de control.
Y no falta, sin embargo, el continuado discurso sobre la
supuesta democracia. Pero el reparo está en una libertad
montada sobre el pedestal del miedo. La amenaza crece
aceleradamente y se expresa en listas, en llamados
obligatorios, en la programación ideológica, política,
social, educacional, mental. El uso del miedo para imponer
el credo ‘revolucionario’.
La sociedad, en principio ve la polarización como un
recurso válido. Luego la realidad llevará a muchos
opositores a los territorios del mando-poder donde abunda
‘la seguridad’, la tarifa dispuesta por la renta
petrolera. Porque este es un totalitarismo petrolero con
una cobertura de socialismo positivista del siglo XXI.
Sin embargo, se sigue vendiendo la idea de que ‘sólo la
polarización salva’. Porque lo importante es destruir lo
que nos queda con juegos como el No y Sí. Por tanto, la
inmensa mayoría que hoy está fuera de los focos
polarizados corre peligro. Sobre ella puede recaer todo el
peso totalitario de los polarizados que ven el enemigo en
un colectivo que, organizado, puede tomar actitudes
irreverentes y hasta violentas.
Es el enemigo a vencer. Por ello partidos, algunos medios
e instituciones fundamentales muestran preocupación por
una proposición que no dice ¡insurrección ya! sino
organización del colectivo para dar la guerra contra todos
los generadores de padecimiento. Sancho, sólo habrá otra
historia si el colectivo pone el valor por encima del
precio de su miedo.