¡Somos
y seremos
Uribana! por Agustín Blanco Muñoz
martes, 9
enero 2007
¿Y
cómo expresar buenos deseos de año nuevo ante la expresión
de la última masacre carcelaria? ¿Cómo celebrar este ‘día
de reyes’ si somos portadores de todas las miserias que
puede acumular una sociedad que por su sobre-
descomposición llega a nivel de ex-país?
Hoy Uribana fue gran titular. Y no es que a la sociedad,
los medios o a las autoridades les importe la negación de
la condición humana que se cumple cada hora en cada
cárcel. Sólo que esta vez el “espectáculo” de los 22
asesinados tomó los espacios, al no haber otras noticias
de ‘mayor interés’.
Lo terrible es que la masacre carcelaria, los abatidos, el
exterminio y todas las formas de muerte se admiten, tal
vez por cansancio o defensa, como algo distante. Nos han
acostumbrado a la muerte por encima de la vida. Por eso,
pronto pasaremos la página de Uribana, como la de tantas
otras masacres, para nuestra propia ‘tranquilidad’ y
porque ese es problema de otros.
Se olvida que mientras los problemas sean de cada quien
estaremos ocupados y controlados por nuestras propias
desgracias. La conexión de un colectivo que razona así con
el Estado y sus representantes políticos se limita a la
compra-venta: ¿Qué me das a cambio de mi voto-apoyo?
En la reciente campaña presidencial vimos los populismos
Misiones y Mi Negra en una supuesta dura lucha. Al final
Petkoff reconoció que el colectivo fue vulgarmente
engañado para llevarlo, de manera cómplice, al negocio de
unas elecciones de antemano ganadas por el oficialismo y
para beneficio de un proceso que está obligado a enfrentar
sus enemigos: implosión, corrupción y burocratismo. Por
ello dos radicales incondicionales sustituyen a dos
funcionarios ya exprimidos que no garantizan ‘las luchas
inmediatas’.
Pero este ex-país o Uribana seguirá en la misma
sobre-decadencia, crisis-caos, derrumbe o
padecimiento-asesinato total mientras el colectivo siga
siendo manejado por los dueños del poder y sus respectivos
cómplices-aliados.
Somos y seremos Uribana, resaca humana determinada por un
Estado que tiene en su propia esencia la delincuencia,
hasta el día en que este colectivo se arme de conciencia y
deje de ser fiel servidor de déspotas del capital y la
politiquería. Sancho, un país no puede estar constituidos
por centros de desgaste, decadencia, burla, perversión y
muerte!