Nadie
puede negar que en este ex-país hoy está planeado un
hágase tú voluntad. El culto está establecido, bien
atendido. Financiado. Y así lo que se le ocurre al Señor
lo convierten sus súbditos de inmediato en una especie de
bienaventuranza.
En el fondo parece estar la invocación a la acción de
Cristo que ante la necesidad de dar de comer a muchos
multiplica el pan con la ayuda de su Dios.
El personaje que tenemos hoy al frente de la conducción de
esta sociedad parece sentirse como una especie de
descendiente del Redentor y por ello autorizado para
realizar la obra tal y como su mente se la dicta y sus
manos la conciben.
En este sentido entiende que su pensamiento y su palabra
son la medida de todas las cosas. Él se siente un ser
superior. Centro del universo.
Un elegido con rango divino. Por esto actúa como una
especie de médium que recibe la luz y el mandato de
espíritus superiores que viene a adelantar una obra que ha
sido previamente dispuesta por seres celestiales.
Pero no es verdad que este mortal milite en ese tipo de
credo. Porque lo suyo no es invocar y construir una obra
de bienestar y tranquilidad.
El se siente llamado y movido más bien por el afán que
convoca a la destrucción. Y siente justamente que su papel
reside en este cometido: destrozar todo lo que tiene
posibilidades de crecer, porque de este modo puede
mantenerse el imperio que se ha construido a su alrededor.
Hoy estamos en una Venezuela que es propiedad privada de
‘un proceso’. Los señores propietarios son los
compatriotas. Ellos tienen su patria, su ara que, aunque
convertida en pedestal, le sirve para detentar y controlar
el poder.
Es la continuación por otras vías de la misma política
regida por los intereses de los
héroes-caudillos-libertadores.
Y hoy estamos ante una terrible paradoja: la Venezuela de
las más grandes riquezas es la del mayor registro en
cuanto a decadencia-descomposición-hundimiento. Es la
máxima identificación con nuestra condición de ex –país.
Y ante esto la pregunta que se vuelve lugar de todos: ¿y
cuándo y cómo salimos de esto?
Advirtamos que en el centro de todas las cosas está la
voluntad superior y una sociedad que responde a sus
designios porque sigue atrapada por poderes que están más
allá de su propia existencia.
En este caso, los poderes mítico-religiosos se hacen
representar por un ‘enviado’. Por ese calvario ha pasado
buena parte de la humanidad. De allí surgen los grandes
hombres de la dominación. Faraones, reyes, emperadores,
monarcas, dictadores o caudillos.
Por todas partes la figura singular. Única. Sin
precedentes. El propio comienzo de la historia. Porque el
nuevo jerarca es la síntesis de lo actuado.
Y todo para llegar al punto en el cual ya no tiene cabida,
ni siquiera provisional, ningún otro actor. Él es el líder
de líderes. El sol exclusivo y trascendente. ¿Y que puede
salir de esto? Una sociedad cada vez más sometida a un
designio y a una forma de descomposición.
Es por tanto una hora de desbandada. Porque esta sociedad
deja de sentir la necesidad de estar plegada
incondicionalmente a un jerarca que está lleno de grietas
y debilidades. Su ángel comienza a sentir los efectos de
la disminución. Y en el camino queda la huella del
desgaste.
Esta sociedad registra el cansancio de una imagen, de una
refriega-polarización. Un enfrentamiento que no significa
deslinde o diferencias en uno u otro bando.
Y esta es la mayor tragedia que hoy nos toca padecer. No
se trata de un desgaste-agotamiento aislado sino de una
descomposición que trasciende todos los parámetros
establecidos.
Estamos en una sociedad carcomida por los agentes de la
peor putrefacción. Los niveles de anomia llegaron muy
lejos. Cada quien busca su acomodo o arreglo en la
perversión que es la única instancia que paga buenos
dividendos.
¿Cómo echar la mirada y ver la solución de nuestros males
en uno u otro bando? ¿Quién puede pensar que en esta
generación de ‘políticos’ del asalto-saqueo, el
robo-corrupción, el vacío-ignorancia, la
negociación-complicidad, el miedo-claudicación está la
salida a la profunda crisis que hoy se traga este ex-país?
Estamos ante tal andanada de atentados contra lo que queda
de Venezuela que todos sabemos lo difícil que será la
futura y necesaria reconstrucción. El desbaratado atenta
contra todos los componentes del cuadro histórico.
Ya está en marcha el proyecto de la ‘república popular’
con el poder y los consejos del mismo orden, dispuestos
para la preparación y consecuente realización de la Comuna
de Venecuba, en la cual todos los poderes civiles y
militares estarán a la orden de los supuestamente
populares, que no son más que instancias al servicio de la
politiquería que apunta hacia la destrucción.
Tengamos en cuenta en este sentido que este ex-país está
tomado por la violencia. Aquí está establecida la guerra
de la inseguridad en todas sus expresiones. Las formas de
asesinado por las armas se junta al crimen por hambre,
miedo-terror-angustia. En todos los frentes está el virus
de la agresión.
Y ante esta avalancha de ataques contra lo que queda de
Venezuela se plantea de nuevo la cuestión de la salida. En
principio todo parece indicar que ya estamos en el camino
de una violencia del cual difícilmente podremos
separarnos.
Ante una maquinaria de violencia tan acabada como la que
dirige el GP, que cuenta con todos los poderes públicos,
una Pdvsa ‘roja rojita’, un BCV obsecuente e
incondicional, una FA disminuida y tarifada, un aparato
mediático cada vez más controlado hasta por la
auto-censura ¿se puede esperar una respuesta pacífica?
Y una confrontación violento-armada aquí, por definición,
incorpora a los civiles que ocupan posiciones militares.
Las Reservas y sus aliados, los Consejos Comunales,
guardias territoriales, brigadas, destacamentos, misiones,
frentes, círculos y la parte comprada de la FA. Todo un
componente guerrero portador de las más atrasadas ideas,
dispuesto para defender de la manera más brutal las tesis
del fanatismo-esquematismo.
Por ello no es aventurado decir que ya la guerra está en
marcha y que es absolutamente irreversible. Y lo hemos
dicho muchas veces. Esta situación no puede enfrentarse
con las armas tradicionales si se quiere evitar la gran
mortandad.
¿Permitiremos que avance la muerte a paso de vencedores?
¿Entraremos a formar parte de las filas de los
negociadores que insistirán desde sus posiciones
‘opositoras’ que es posible ir a elecciones con el actual
CNE?
¿Nos prepararemos para la ‘guerra asimétrica’ contra los
ejércitos del fanatismo basado en el marxismo-leninismo
bolivariano cristiano y zamorano?
Mientras no surja la fuerza política de la creación y
contraria a la destrucción de Venezuela y su gente
estaremos andando por los caminos de la
degeneración-descomposición perversa y criminal.
Mientras permitamos que se haga la voluntad del asesinato,
la muerte será terriblemente sembrada, día a día, en todos
nosotros. ¿Cómo evitar esta condena? Estamos obligados
entre todos a establecer el camino de la historia con
vida, amor, belleza y libertad.
Esta es la utopía para la historia que estamos obligados a
construir. ¿Seremos capaces de reunirnos para crear los
caminos de la historia que tendrá que ser, o dejaremos que
este nuevo líder-mesías de la miseria y la perversión
termine de arrasar con lo poco que aún sobrevive esta
avalancha de muerte y destrucción?
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