No
es que viene. Estamos ante un angustiante cuadro de
violencia, que el proceso electoral sólo redimensiona. Los
votos del ‘Referendo Aprobatorio de la reforma
constitucional bolivariana, socialista y revolucionaria’
están cargados de ese terrible componente.
No estamos ante una contienda propia de una democracia
sino ante un régimen autoritarismo-totalitarismo, que
impone su maquinaria-violencia-fuerza electoral a partir
del manejo a su entera voluntad de todos los mecanismos
que proporciona el “Estado de Derecho”. De esto se deriva
que, al menos a la fecha, no existe posibilidad alguna de
que sufra un revés.
Para el ‘proceso’ está claro desde un inicio que lo
electoral le sirve para ganar espacios y acrecentar su
mensaje-acción revolucionario, tal y como lo afirma el hoy
jefe único (JU) en 1998: ... “Un gobierno o régimen
especial, no puede ser un gobierno producto de elecciones
y con acuerdo entre los poderes. Nada que intente superar
ese modelo de democracia liberal, que para nosotros ya
murió, puede provenir de elecciones.” (ABM, Habla el
Comandante, p.168).
IMPERIO CONTRA IMPERIO A PASO DE DESTRUCTORES
Por ello hoy va a paso de destructor contra todo vestigio
de ‘democracia liberal’ para implantar por la
fuerza-imposición la sociedad que se adecue al modelo de
imperio que aspira establecer, muy alejado, por cierto, de
los intereses populares que dice defender.
El ‘pueblo’, como lo electoral son meros instrumentos al
servicio de la ‘revolución’ para fines que nada tienen que
ver con justicia social. El JU asume una posición clasista
para hacer uso de una polarización que existe mucho antes
que él, pero que no tiene intención de modificar. Por el
contrario, el mantenimiento de la injusticia y la
desigualdad es el combustible que requiere para echar a
andar el motor de su ‘revolución’, que no es más que la
repetición de la misma historia de dominio, explotación y
violencia impuesta por todos los imperios.
Sólo que en vez de izar la bandera del libre mercado y el
capital, aprovecha el malestar para aparecer como el
mesias de los pobres y explotados del mundo. Una
afirmación que no resiste el más mínimo examen de la
realidad. Pero que le sirve para declarar una supuesta
guerra entre pobres y oligarcas, entre ‘revolucionarios’ y
fuerzas del imperio dispuestas a impedir todo cambio. En
la práctica lo que se advierte es el surgimiento de un
nuevo estamento oligárquico o boliburgurgueriano, que nada
tiene que ver con la defensa de los ‘pobres’.
Y este status recién adquirido, acumulado como resultado
de unos ingresos petroleros sin precedentes en la historia
nacional, es lo que lo obliga, en términos de capital, a
tener que librar una ‘guerra imperial’ contra toda fuerza
que se le oponga. De allí que hoy la confrontación ha
llegado a un nivel radical.
EL ‘PROCESO’ UTILIZA EL VOTO COMO UN
ARMA DE GUERRA
El proyecto revolucionario está totalmente dispuesto a
‘liberar la patria del yugo del imperio y de la
oligarquía’, y por tanto obligado a vencer las ‘fuerzas
contrarrevolucionarias’, a través de la aplicación de la
más abierta violencia y la guerra permanente. Una
maquinaria que hace del voto un arma de guerra. Un
instrumento que contiene la violencia de la
fuerza-imposición.
Y este ventajismo le permite montar el modelo
fraude-trampa a fin de que lo electoral produzca los
resultados que la “revolución” necesita para continuar su
obra de destrucción de la llamada ‘democracia liberal’. Y
es tan certera y peligrosa esta guerra que le aniquila al
enemigo el frente que defiende (la democracia) con el solo
disparo del ‘voto envenenado’ y con su propia intervención
en el acto destructor disfrazado de electoral.
En este sentido, el ‘bloque Si’, que hace un llamado a la
reconciliación y a apartarse de los caminos violentos,
cree no haber caído en la trampa de la violencia, pero es
evidente que si cayó en la electoral que, tal y como está
planteada, es portadora de las más criminales ráfagas.
DOS BLOQUES PARA LA VIOLENCIA
Los discursos del cierre de campaña de los ‘dos bloques’
en la Avenida Bolívar establecen con nitidez las
posiciones. El día jueves predominó, particularmente en el
discurso estudiantil, la petición de reconciliación que se
inscribe en el mensaje del no a la violencia. Ellos dicen
reiterativamente que no caerán en la trampa de la
violencia-confrontación a que convoca el régimen con cada
una de sus actuaciones.
Y a este pedido el golpista-presidente (GP) respondió con
cosas así: Yo se los advierto, si por alguna razón escogen
el camino de la violencia, como lo están preparando para
el domingo y ponen en práctica el Plan Tenaza que le
preparó la CIA, y una vez que el CNE anuncie el triunfo
del ‘Si’ comienzan a hacer guarimbas, quema de ciudades,
asesinatos, si los oligarcas salen a las calles a
protestar contra un supuesto fraude pues nos conseguirán
en las calles. No les tenemos miedo. No se equivoquen
oligarcas. Ya se equivocaron el 11A-02 y salieron
corriendo como ratas.
Y agrega: Yo soy un soldado y juro por Dios y mi madre que
si tengo que volver a tomar un fusil, lo tomaré. Pero el
imperialismo y la oligarquía no van a derrotar esta
revolución, porque aquí la contrarrevolución va a ganar
cuando la rata eche pelos.
Y por ello desafía al supuesto ‘contrario dialéctico’ que
le pide conciliación, diálogo, paz-tranquilidad. Los
utiliza llevándolos al ‘pasquín electoral’ que tan buenos
resultados le ha dado hasta el presente, y luego les
amenaza con aplastarlos con la fuerza de los disparos, si
se les ocurre tomar la calle a desconocer los resultados
electorales establecidos por un árbitro que está bajo su
ámbito.
LOS ESCENARIOS DE LA CONFRONTACIÓN
EN MARCHA
¿Y qué resultante saldrá de esta confrontación? Un primer
escenario muestra al oficialismo controlando el aparato
electoral y poniendo a las llamadas fuerzas violentas del
Estado a resguardar y hacer valer el dictamen legal del
CNE. De ser acatado el llamado a reconocer el veredicto,
la violencia quedaría a nivel del fraude-trampa acometido.
Pero si ocurre el anunciado llamado a tomar la calle a
defender el voto del robo programado por el CNE, se
planteará el escenario de la confrontación directa. Y las
fuerzas gubernamentales tendrán en la calle militancia
civil y militar dispuesta a hacer respetar la constitución
y leyes de la república. El anunciado aplastamiento puede
tener un registro trágico.
Si intervienen fuerzas militares para restablecer la
legalidad violada por el ‘fraude constitucional’, como ha
dejado entrever el general Raúl Baduel, el escenario de
violencia sería mucho más profundo y extenso. La
proyección de la contienda es muy difícil de establecer,
pero en principio se puede pensar en que es poco probable
que se levante un contingente capaz de hacer frente a ‘las
fuerzas leales’. Y a la vez no hay manera de precisar una
eventual injerencia de “la tenaza yanqui”.
HOY Y AQUÍ EL VOTO ES UN DISPARO
CONTRA EL COLECTIVO
En sentido general, las dos fuerzas electorales conducen a
una situación de encuentros y desencuentros. Para ellos
está permitido el acuerdo-negociación. Pero quienes se han
mantenido al margen de esta práctica entienden que el
camino para la superación de esta profunda crisis va a más
allá de las vías electorales. Y por ello tratan de militar
en una dirección diferente a la tradicional, y apartarse
del viejo esquema electorero para elaborar una política
acorde con los tiempos y circunstancias actuales.
Sólo y de este modo se podrá entender lo que significa hoy
el no votar. En sentido estricto es no disparar contra la
propia causa de las mayorías. Sólo en la medida en que el
voto no sea un arma de destrucción de los grandes
intereses podrá significar una auténtica aproximación a la
verdadera democracia.
¿VAMOS HACIA UN GRAN DERRAMAMIENTO DE SANGRE?
El presidente de Venecuba, Fidel Castro, según el GP,
observa en ‘su última reflexión’, que este pueblo está
ante los fuegos del imperialismo-oligarquía que exacerba
la violencia e impulsa el magnicidio. Pero no se dan
cuenta que esto ocasionaría una guerra civil de
consecuencias desfavorables a los intereses energéticos de
USA. Y por eso el JU advierte y se defiende cuando dice:
si se activa la ‘Operación Tenaza’ no habrá ni una gota de
petróleo para el imperio.
Todo esto hace pensar que vivimos uno de los momentos más
difíciles y de mayor incertidumbre de la llamada historia
republicana de Venezuela. Todas las salidas parecen
marcadas por lo rojo-rojito que arroja siempre la
violencia.
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