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El Currículum Revolucionario:
Socialismo simpático y pensamiento suprimido.

por Angel Américo Fernández
jueves, 3 abril 2008


La matriz de sentido dominante en el cuerpo de planes y programas educativos que conforman el nuevo currículum del régimen depredador, extensivo a los pensa de estudios, objetivos por grado y a la teleología o fines últimos del sistema escolar, es la de introducir una versión simpática del socialismo y, al propio tiempo, suprimir todo vestigio de espíritu ilustrado, es decir, suprimir la crítica y aquello que definía Kant como lo propio del sujeto moderno: “atreverse a pensar” o sencillamente pensar por cuenta propia, hacer uso público de la razón, sin tener que atender por vía de la obediencia el tutelaje de un libro, un sacerdote o de un jefe burocrático, mucho menos las ocurrencias delirantes de un déspota en el ejercicio del poder temporal.

Lo primero que salta a la vista de una lectura sintomal de aquel texto dirigido a implementarse sin discusión, es que se ofrece una visión triunfal y simpática del socialismo que no se corresponde con la realidad histórica. Se habla allí de socialismo como si fuera un punto de llegada muy bueno, un horizonte de realizaciones, sin tomarse la molestia –como de costumbre en estos tiempos- de someter al análisis las experiencias colapsadas de los regímenes socialistas en el mundo trocados en totalitarismos. Es así como en los programas educativos para quinto año se pretende colar el término socialismo del siglo XXI, pero no se registran los datos y coordenadas de los modelos históricos de socialismos colapsados. No hay el menor intento de cotejar la vida del individuo en aquel tipo de orden sistémico, sus rasgos y características en relación con indicadores como prosperidad, libertad y pensamiento. Esa manera de presentar el socialismo “simpático y fraternal” representa una visión sesgada de la historia, una postura ideológica que lejos de ilustrar tiende a la deformación interesada.

En este contexto de socialismo simpático se recuperan términos que son comunes en las peroratas dominicales: desarrollo endógeno, fundos zamoranos, bolivarianismo, habitan los programas de los años finales de la educación primaria, se filtran asimismo un cierto halo de etnocentrismo indígena y afro descendiente como si deberíamos abrigar reticencias con respecto al componente europeo de nuestro mestizaje. En los programas de ciencias sociales son cardinales los elementos de propiedad social, comunal y colectiva en desmedro de la propiedad privada, pero como en el anterior caso del socialismo, ni por asomo se insinúa un registro comparativo entre sociedades históricas de propiedad colectivista y las de propiedad privada. El arcaísmo colectivista (el individuo como parte de un organismo) ronda por todas partes el discurso curricular. En el fondo lo que gravita es la intención de satanizar toda forma de propiedad privada.

Llama la atención la desaceleración en el abordaje de ciertos temas de la historia venezolana. Es el caso del fenómeno del caudillismo que dominaba buena parte de los programas anteriores de ciencias sociales por los daños ocasionados a la integración de la nación. Otros han desaparecido por completo, tal es el caso de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, lo cual es obviamente sospechoso. El legado civil y la participación de los estudiantes en momentos estelares de la historia han sido suprimidos. Por ejemplo en ninguna parte se analiza las luchas de la generación del 28. Igualmente pasa con el 23 de Enero y el derrocamiento de la dictadura.

Otro síntoma preocupante en el bachillerato se centra en la inversión premoderna donde la esfera militar mantiene supremacía sobre lo civil. Un examen cuidadoso en los programas arroja como dato recurrente a la Fuerza Armada como institución fundamental. No aparece allí ninguna otra institución del Estado, mucho menos de la sociedad civil, como columna vertebral de la nación. Se privilegian objetivos incardinados a la Fuerza Armada como garantes de la defensa integral, soberanía, seguridad, organización operativa, entre otros. El que se estudie la Fuerza Armada no tiene nada de malo, pero que se pretenda que allí se agota todo lo que el alumno debe conocer sobre el Estado y su ingeniería institucional, la Fuerza Militar como “el alfa y el omega”, introduce una seria distorsión si lo que se pretende es formar un ciudadano. Pero no, esa no es la finalidad del régimen, lo que pretende su teleología o finalidad educativa es un ser obediente, sumiso, acrítico y adoctrinado, marioneta del fundamentalismo ideológico y del pensamiento único, encapsulado el “yo y su vivencia”, la vivencia delirante y esquizoide del socialismo del siglo XXI.

angelferepist@cantv.net

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  Profesor-Investigador en Epistemología y Filosofía


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