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El Socialismo interpelado en clave Liberal
por Angel Américo Fernández
jueves, 26 abril 2007


En estos tiempos de derrumbe y de improvisación intelectual agazapada por una avasallante retórica ideológica, no sería desdeñable emprender una tarea teórica que permita confrontar el socialismo en sus diversas caras con las vertientes del pensamiento liberal y así atender el llamado al debate frontal y sin cortapisas, por encima del consabido chantaje que ubica al liberalismo como pensamiento de naturaleza conservadora. Se trata entonces de asumir el espíritu del debate sin contemplaciones, sin el miedo de cierta oposición que enganchada al discurso efectista sobre lo social del régimen depredador, no se atreve a argumentar desde el lugar diametralmente opuesto, por el mero temor a ser etiquetada de derecha.

Sin embargo, pensamos que en la vertiente del liberalismo hay una cantera inagotable para desmontar a fondo las prácticas y discursos de las proclamas socialistas, incluyendo la quincalla del socialismo siglo XXI que se viene sosteniendo en Venezuela por la élite burocrática que se ha hecho del poder. Es posible a manera didáctica establecer siete ejes temáticos claves para interrogar al socialismo, a saber: el individuo, la sociedad, el Estado, el mercado, el pensamiento, el espacio público y el tema de la libertad.

En la teorización socialista, mucho más en sus prácticas sociales y modelos concretos de sociedad el individuo desaparece en la medida en que es reabsorbido por una colectividad sistémica que sirve al propósito de establecer el carácter social de la producción y, al propio tiempo, reducir la libre iniciativa individual como vía para imponer desde arriba los fines de un “orden superior” encarnado en el Estado que es el lugar donde se realiza lo universal, por encima de lo particular. Pero, las proclamas socialistas se han quedado en la crítica al individuo como átomo egoísta, materialista, guiado por una racionalidad instrumental inserta en su subjetividad por la sociedad de consumo. Más hay allí un problema, y es que el individuo es también la expresión de vida, soberanía, iniciativa, pensamiento y, por tanto, subsumirlo por completo en la colectividad implica suprimir sus más excelsas manifestaciones de cara a la libertad como horizonte.

En este sentido, Comunismo y Nazismo, más allá de la creencia de que se tratan de ideologías opuestas, tienen en común su matrimonio con la comunidad arcaica, aquella en la que el individuo es parte de un organismo, a contrapelo de la sociedad moderna de los individuos particulares (Norberto Bobbio). En consecuencia, se oponen al individualismo y comparten el organicismo social.

Por ello el pensamiento liberal ha insistido en un Estado protector del individuo (Bentham), al tiempo que rechaza un Estado con poder absoluto o sobredimensionado, pues al individuo se le debe permitir todo, salvo que le haga daño a otros (Stuart Mill).

En el tema de la sociedad parecen claras varias coordenadas de contraste. En las sociedades socialistas se requiere cierta estructura cerrada, monolítica, por las que atraviesan redes de ordenamiento y control para perpetuar el poder del Estado-Partido que aglutina a la élite burocrática o política- militar gobernante. No hay indicios ni en la teoría clásica ni en sus consabidas prácticas históricas de rendijas por donde puedan colarse iniciativas de apertura. En las sociedades democráticas de tendencia liberal, es evidente el carácter de sociedad abierta a diversas iniciativas individuales, a una amplísima gama de opciones y de modos de pensar, donde el pluralismo es una cultura toda, un ethos y un modo de vivir. Por esta vía se puede entender además que los modelos socialistas incardinados a un pensamiento único no pueden ser establecidos, sin una policía política (W. Churchill).

Al propio tiempo, las sociedades abiertas por privilegiar la soberanía del individuo, superponen el tema de la libertad sobre la igualdad “En una sociedad abierta, la única igualdad compatible con la libertad es la igualdad de derechos” (Carlos Cáceres). Queda claro que los modelos de Estado todopoderosos en conjunción con sociedades cerradas son los que enfatizan en la igualdad, porque se pretende construirla “desde arriba” pasando por encima de las diferencias de inventiva, talento e iniciativa de los hombres, con lo cual se le asesta un golpe seco a las libertades individuales. Otra vez vuelve por sus fueros el organicismo social, pretendiendo suprimir la riqueza de las diferencias.

En el tema del Estado, el cotejo se hace más sencillo y expedito. Marx nunca elaboró una teoría política, lo que si dijo es que en una sociedad comunista el Estado tendería a desaparecer. Más, la experiencia histórica indica hasta ahora que los modelos socialistas reales han corrido parejo con la conversión del Estado en un monstruo totalitario y totalizador. Frente a ello el pensamiento liberal postula el concepto de Estado limitado, por contraposición al Estado absoluto. Es la doctrina de los derechos del hombre elaborada por la escuela de derecho natural o iusnaturalismo, según la cual el hombre tiene un conjunto de derechos como el de la vida, libertad, seguridad etc.; que son independientes de su voluntad y de la de otros y que el Estado debe no sólo proteger, sino resguardar de la posible intrusión o invasión de otros. Hasta ahora los modelos socialistas en equivalencia con los totalitarismos del siglo xx, han sido los más invasivos de esta esfera, hasta el punto de que-represión aparte- se han configurado como Estados absolutamente fastidiosos.

El asunto del mercado ha resultado espinoso para los socialistas. Los clásicos del marxismo se pronunciaron por la abolición del mercado por ser una suerte de engendro del régimen del capital. Más tarde los exegetas postularon socialismo de mercado para maquillar sus propuestas de acuerdo a los cambios epocales. Hoy en día ya sabemos en que consiste el socialismo de mercado donde el caso de China es emblemático: mercado abierto capitalista y una burocracia todopoderosa eternizada en el poder e indefensión para la ciudadanía.

En cualquier caso, está palmariamente demostrado que el mercado es insustituible en la sociedad moderna, es parte de su anatomía y de su cultura y que los sofismas o desperdicios retóricos que invocan el trueque o el predominio del valor de uso como sustitutos del valor de cambio, pasan por alto en forma crasa cien años de teoría económica que han puesto en claro que el valor de los bienes no lo determina el trabajo, sino la demanda, es decir, el mercado, en un movimiento en el que inciden factores como la escasez y hasta las expectativas de los sujetos económicos. La ignorancia de esta realidad indiscutible fue la causa del colapso de las economías socialistas centralizadas y planificadas.

En los regímenes socialistas los tres grandes sacrificados son el pensamiento, la libertad y el espacio público que son muy caros a la democracia y al pensamiento liberal. No existe espacio público allí donde todo de resuelve en la carcajada de un déspota que pretende imponer un pensamiento único. “Toda persona investida de autoridad o poder, está obligada a justificar públicamente sus acciones, si no lo hace, el poder es ilegitimo” (Kant, Bobbio, Viroli). No hay pensamiento si no se puede hacer uso público de la razón, no hay democracia allí donde la razón es acechada por vía de la coacción, la amenaza o la persecución a la disidencia. Y, en definitiva, no hay libertad, allí donde el Estado se convierte en un intruso que pretende invadir hasta la vida privada de los ciudadanos.

Parece claro que en Venezuela estamos en presencia de un régimen de evocación socialista en feliz matrimonio con caudillismo mesiánico y militarismo que se ha trazado como meta consumar los funerales de la democracia y del pensamiento liberal. Definitivamente, esto de socialismo aparte de dinosaurio ineficiente, es también literalmente un fastidio. Las conquistas liberales siempre han tenido su Némesis en las dictaduras de derecha…también en el socialismo, en ambos casos han sido ahogadas por el garrote… de ello saben mucho los socialistas.

angelferepist@cantv.net

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  Profesor-Investigador en Epistemología y Filosofía


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