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Socialismo Ramplón
por Angel Américo Fernández
martes, 1 marzo 2007


Más allá de las hiperideologizaciones y del discurso esquizofrénico del régimen y su glorificación socialista, lo cierto es que nunca en Venezuela habíamos tenido un gobierno tan ineficiente, corrupto, abyecto y depredador como el del presente tiempo. Pese a los denodados esfuerzos del hablachento de Miraflores por trasladarlo todo al terreno de la ideología apelando a extraordinarios recursos de estrategia propagandística, no han podido escamotear los nudos más crudos de los procesos reales, a saber; que la arbitrariedad y el desplazamiento monológico desde el poder que pretende crear un imaginario autojustificatorio, no ha podido en el nivel fáctico demostrar que sus políticas públicas pueden traducirse en justicia, calidad de vida y bienestar para la población.

Se puede incluso a estas alturas realizar un inventario para dar cuenta de cómo se han condensado las políticas del gobierno desde sus inicios hasta la recientemente aprobada ley habilitante. En ese registro brota claramente que uno de los motores centrales, el motor económico, ya está fundido como resultado de la ola de nacionalizaciones delirantes, el excesivo centralismo, el afán de control y el discurso hostigante inconveniente. Y hay que ver que en la economía moderna como lo mostró un premio Nóbel juegan un papel estelar aspectos psicológicos como las creencias y las expectativas.

No cabe duda de que el discurso presidencial potenciado desde el mes de Diciembre, le causó un serio daño a la economía nacional expresado actualmente en escasez e incremento de los precios como corolario de una política económica fracasada y sostenida en la sola inyección de gasto público, además del colapso en el área agrícola condicionada por la economía de puerto y sin ninguna protección para el productor nacional. El gobierno pretende imponer su dictadura al mercado en el vano intento de alterar por decreto la estructura de costos. La revolución se está topando con el mercado.

Pero es que por añadidura ningún aparato económico resiste ese drenaje constante de recursos que van a parar a una cofradía de países vividores y de economías enervadas como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Argentina. No parece haber límites éticos que sirvan de contención al régimen, ni siquiera su tan cacareado nacionalismo, cuando se trata de financiar extra-frontera su proyecto político izquierdista continental.

Estamos en presencia de un socialismo muy discursivo, retórico, fanfarrón, pero definitivamente sin base ética que pretende el ejecutivo subsidiar en todos los niveles, desde la compra de empresas como la CANTV, hasta frigoríficos, mercados, bodegas, misiones y consejos comunales. De lo que se trata en la práctica es que no haya espacio alguno de la sociedad que no esté bajo control del Estado, ahogar al sector privado de la economía y al propio tiempo crear las condiciones para que los ciudadanos hasta en materia de alimentación dependan del Estado. Pero, estatismo y nacionalizaciones no implican necesariamente socialismo, son fórmulas ya aplicadas antes en Venezuela que convivieron plácidamente con un capitalismo de Estado y de las que hubo que salir por la consabida contradicción que se presenta en estos casos entre tasa de ganancia y costo político, esto es, entre el criterio de rentabilidad inherente a toda empresa y la necesidad de establecer precios para sus bienes que no sean impopulares políticamente.

Por otra parte, se habla del gran motor de la educación para formar al hombre nuevo socialista a contrapelo del individualismo y consumismo capitalista. De nuevo vuelve la excesiva tendencia a ideologizarlo todo. En este punto asistimos a una exageración, por decir lo menos. Resulta insólito que haya una sublimación de lo ideológico, cuando a este régimen las escuelas se le están derrumbando y no cuentan con los servicios mínimos y los recursos necesarios para la enseñanza. Hablan de valores y la verdad es que los maestros y profesores que han venido ingresando a nivel de educación básica, lo han hecho en el marco de la suspensión del régimen de concurso (uno de los aportes de Izturiz) y sólo bajo el criterio de la lealtad política.

Los motores que lucen bien encendidos en este peculiar socialismo son los del control de las telecomunicaciones y la continuidad de la militarización. En el primero tenemos la intención del régimen de avanzar hacia una política de control absoluto de los medios de comunicación, donde el cierre de RCTV es apenas el primer eslabón. En el segundo, brota en limpio el posicionamiento de militares en puestos claves y la compra masiva de armas que ubica a Venezuela en lugar cimero de esta área. Ambos motores conforman una pinza estratégica de peso orientada a la perpetuación del déspota en el poder, eternizarlo en la presidencia con un poder absoluto y un control total sobre la sociedad.

En contraste, no han podido apagar el motor de la corrupción, de la cual van más de quinientos casos, algunos muy emblemáticos como el del CAEZ y que por su monto y cuantía dejan minimizados los casos de corruptelas de la cuarta república. Muy a pesar de la retórica, la corrupción se ha enquistado y hecho inseparable del régimen. Se ha formado con ella una burocracia y un funcionariado que vive de los contratos con el Estado. La nueva élite o boliburguesía se alimenta en buena parte de estos negocios y al amparo de la ausencia de la más mínima contraloría institucional.

Así marcha el socialismo farsante, entre el derretimiento de las instituciones, las peroratas del déspota y el aplauso de sus áulicos. Más que socialismo, su ethos es el autoritarismo. Socialismo que se vive como tragedia y como farsa, socialismo mediocre, corrupto y ramplón.

angelferepist@cantv.net

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  Profesor-Investigador en Epistemología y Filosofía


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