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Definido Socialismo siglo XXI
por Angel Américo Fernández
jueves, 11 enero 2007


Si alguna duda quedaba sobre la naturaleza del régimen que se enseñorea en Venezuela, éstas han sido despejadas por el contenido de las últimas proclamas del adalid de la revolución. Ya no hay lugar para especulaciones, ni para esperanzas utópicas ni para el entusiasmo optimista por el futuro. Fuera de juego el discurso retórico que con fe quimérica tensaba su apuesta en un horizonte socialista deslastrado de las viejas palabras y prácticas inherentes a las formas caducas de modelos fracasados y abortados por la historia. Ya han sido definidas las líneas maestras del llamado socialismo del siglo XXI.

No hay lugar para escarceos de ocasión. A veces el lenguaje del poder les ahorra el trabajo a los teóricos. El discurso directo del presidente, no exento de escatologías, ha dibujado los rasgos centrales de su modelo socialista condensado en ideas fuertes como partido único, reelección indefinida, el Estado tragándose la economía con una ola de nacionalizaciones, despojo de la autonomía del Banco Central para dar mayor control al gobierno para financiar gasto público, la asamblea nacional reducida a un elemento decorativo con el otorgamiento de una habilitante al presidente para leyes revolucionarias que entre otras cosas creará el andamiaje para eternizarse en el poder, promoverá una nueva organización política territorial que implica la supresión de gobiernos locales en beneficio de un poder comunal que haría realidad el planteamiento de Ceressole de un tubo directo de comunicación entre caudillo y pueblo y, como corolario, una nueva ley de seguridad y defensa nacional que tiene como meta instaurar un esquema punitivo de “vigilar y castigar” a la disidencia política.

El ungido del poder ha agregado además ingredientes teológicos a su proyecto. Le ha regalado una suerte de oráculo a la conferencia episcopal. Ahora, nos estamos enterando de que el socialismo tipo siglo XXI está en Marx. El socialismo siglo XXI nace en el siglo XIX. ¿Y no era éste el modelo desgastado y abortado por la historia en países de Asia, Europa del Este y Unión Soviética? ¿No y que se iba a transitar hacia un nuevo socialismo, más o menos inédito? Pues bien, estas interrogantes se contestan por si solas, el modelo definido por Chávez repite y recicla las formas caducas que han llevado al enervamiento a las economías de los países donde se han instalado acompañadas por una estructura de poder totalitaria que ha sido fuente de la más brutal indefensión de la ciudadanía.

Pero además la ambición y la voluntad de poder hasta los excesos del delirio pretenden implantar una suerte de hegemonía cultural en Venezuela. Es allí donde está la explicación de los ataques a la iglesia, la nueva ley de educación que se proponen orientada hacia la supresión de la pluralidad y diversidad en beneficio de un pensamiento único centrado en la obediencia y en la extirpación de la crítica y la extensión de los controles sobre el deporte e incluso hasta de las más modestas instituciones artísticas. El punto nodal es la imposición de valores llamados revolucionarios en eras de un proyecto político personalista, autoritario, eterno que además está bendecido por la palabra sacro-santa e indiscutible de Marx y Lenin. Quién no esté de acuerdo no es ciudadano, sólo enemigo de la revolución.

En su último discurso de ascensión al poder dejó entrever que era algo así como depositario de la voluntad popular en curso constituyente. En verdad esto no se le hubiera ocurrido ni a los más fanáticos teóricos del absolutismo. Rousseau le hubiera contestado: “Desde el momento en que existe un amo, el soberano ya no existe”.

Sin embargo, pese a todo, estimo que el proceso en marcha de radicalización abre nuevos “ chancees” a la oposición política. Ello, por supuesto, no es automático. Demandará obviamente que los actores democráticos libren una ardua batalla en cada tema de cara a la conquista del espacio público. Se tratará en este caso de desmontar a fondo el tinte totalitario inherente al proceso para alimentar formas sistemáticas de resistencia organizada. Pero está claro que el juego está abierto, no se puede dar paso a posiciones cómodas ni al pesimismo. Este régimen pudo aprovechar para gobernar cómodamente aletargando a la oposición con políticas articuladas y coherentes para borrar la ineficiencia que los ha caracterizado. Más, han escogido el camino de la confrontación y la radicalización. Han escogido mal.

angelferepist@cantv.net

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  Profesor-Investigador en Epistemología y Filosofía


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