El Esequibo
es tuyo, es mío…
Luis De Lion
Es
nuestro, es tierra venezolana, decía la letra de
la canción “El Esequibo”, que en 1983 popularizara
el grupo Témpano. Fue todo un éxito el tema
extraído del álbum “En Reclamación”. La onda
nacionalista musical seguía siendo popular a pesar
de la guerra de Las Malvinas y de la devaluación
del bolívar. En medio del éxito radial, recuerdo
un concierto que diera el grupo Témpano en la
Concha Acústica de Bello Monte, en donde no cabía
un alfiler. Y como en ese año, 1983, se celebraba
en Caracas los Juegos Panamericanos, el cocktail
nacionalismo-deporte, me llevó, junto a un grupo
de amigos, a crear un equipo de futbolito, que
obviamente se llamaba “Esequibo”. Era más fácil
que haberle puesto iutis possidetis
iuri. Deportivamente hablando, el ejemplo a
seguir para aquél entonces era Diego Maradona, sin
embargo, visto que el talento no es contagioso me
tuve que poner a estudiar y, años más tarde, una
vez culminados mis estudios universitarios, cursé
una especialización en Derecho y Política
Internacionales, en la UUUCV y allí nuevamente
tropecé con el tema del Esequibo. Sin embargo,
para esta ocasión la colisión con el tema del
territorio en reclamación fue de índole
histórico-académico. Aprendí que, en 1899, en el
Laudo del Tribunal Arbitral de París, Venezuela
estuvo representada por el ex presidente de los
Estados Unidos, Benjamín Harrison y, obviamente,
nos jugaron tremenda “magouille” término francés
que en cristiano quiere decir “quiquirigüique”; a
tal punto que en la sentencia se nos despojaba de
150 mil kilómetros cuadrados de territorio. Eran
los tiempos de la invasión de Cipriano Castro y el
desmoronamiento del gobierno de Ignacio
Andrade. Así las cosas, en 1966 cuando la
Guyana Británica obtenía el status de nación
independiente, el tema del territorio usurpado
seguía ahora más que pendiente, en particular para
el país situado al margen occidental del río
Esequibo. Dicha diferencia limítrofe, condujo a
unas negociaciones entre Venezuela e Inglaterra,
en consulta con el gobierno de la recién nacida
Guyana Británica; y en la búsqueda de soluciones
se firmó el Acuerdo de Ginebra. Dicho acuerdo
estipulaba que si al cabo de 4 años, no se lograba
un arreglo, los gobiernos de Venezuela y Guyana,
seguirían en la búsqueda de una solución pacífica,
pero esta vez de acuerdo a lo establecido en la
Carta de la ONU. Para 1970, nos gobernaba
Rafael Caldera, y éste suscribió –sin que le
temblara el pulso– el llamado Protocolo de Puerto
España entre Venezuela, Guyana e Inglaterra, el
cual establecía un plazo de 12 años de
congelamiento de la reclamación, y que el Congreso
venezolano para aquél entonces, mayoritariamente
adeco, no ratificó. Sin embargo, el plazo
previsto por el Protocolo de Puerto España se
cumplió en junio de 1982 bajo el gobierno de Luis
Herrera y fiel a su slogan de campaña “el
presidente que arregla esto” manifestó su decisión
de no prorrogar el Protocolo. Eran los tiempos de
la guerra de Las Malvinas, y más de uno en
Suramérica andaba alzado. Con el pasar del tiempo
se comprobó que Luis Herrera no arregló ni esto,
ni casi nada, al igual que sus predecesores y sus
sucesores. Así las cosas, hasta el presente, la
reclamación por el Esequibo está en manos de la
misión de Buenos Oficios de la ONU. Igualmente
aprendí, que además de la arrechera natural que le
puede dar a cualquiera que le tumben de un solo
viaje 150 mil kilómetros cuadrados de territorio,
está el interés estratégico que para Venezuela
representa un amplio despeje de las bocas del
Orinoco. Entre otras reclamaciones que los
sucesivos gobiernos de Venezuela le hicieran a
través del tiempo a Guyana, alegando por parte del
vecino país violaciones al Acuerdo de Ginebra, la
más reciente ocurrió en el año 2000, bajo el
gobierno de Hugo Chávez, y a través del canciller
José Vicente Rangel se denunció que Guyana estaba
otorgando concesiones a empresas petroleras,
violando así el Acuerdo de Ginebra. Hasta aquí,
la reclamación territorial venezolana siempre
obedeció a una política de Estado y no a una
política de gobierno. El presidente Chávez, con
sus declaraciones en su reciente viaje a Guyana
acaba de romper con esa tradición, y peor aún
rompió con una política de Estado, en razón a
intereses meramente personales. El cambio ha
sido tan radical, que el propio periódico Stabroek
News de Georgetown, sorprendido y evidentemente
desconfiado se interrogaba si “Hay otras muy
complejas razones por las que el presidente Chávez
debería estar calentando las
relaciones”. Diversos analistas, consideran que
el gesto del presidente Chávez con Guyana busca
ganarse los votos del Caricom en la OEA. Yo
agregaría, que igualmente busca asegurarse, por
cuanto ya tiene en cierta medida ganado el voto de
Brasil, país que desde siempre ha estado
interesado en obtener del gobierno guyanés
concesiones de todo tipo en la zona. Sin duda
que el inofensivo nacionalismo musical y deportivo
que practicamos en los 80, era mucho más sincero y
pacífico, que este falso e interesado nacionalismo
chavista. http://www.luisdelion/-
Pensamiento
libre Las
misiones
Rigoberto
López
La palabra “Misión” es un término
muy utilizado dentro de nuestra institución
militar, para ordenar a cada unidad o jefe un
objetivo o tarea específica de las Fuerzas Armadas
Nacionales, establecida dentro del marco de la
Constitución de la República, lo cual implica la
estricta obligación de su cumplimiento cabal sin
dilaciones ni titubeos por los subalternos
ordenados. Las misiones Robinson, Ribas, Barrio
Adentro, Sucre, Vuelvan caras... que no son otra
cosa que espejismos ilusorios en medio de un
obligado desierto sin horizontes para los
sedientos y más necesitados, tiene esa concepción
militar, es decir: es una orden militar del
Presidente a la población civil que tiene como fin
acostumbrar al ciudadano a recibir y cumplir
órdenes sin dilaciones ni objeciones, como en la
vida castrense; es la utilización subliminal cada
vez mayor del vocabulario militar en la sociedad.
¿No es esta actitud el preludio de una dictadura
paramilitar férrea? La mayoría de los ciudadanos
preocupados del país, estamos conscientes de esta
realidad, a la igualdad y a la soberanía del
pueblo en cualquier momento, por lo que considero
obligado, alertar a los soñadores y desprevenidos,
acosados por sublimes acciones de grandeza y
triunfos de esta tragedia que significa el
cumplimiento de tan absurdas misiones, que sólo
han servido para desviar los recursos asignados a
educación y economía del Presupuesto Nacional,
hacia acciones políticas, proselitistas y para
enriquecer a sus coordinadores en abierta e impune
corrupción. Como sabemos, este gobierno incapaz
para gobernar y gerenciar nuestros recursos con el
consecuente fracaso de nuestra economía, el
empobrecimiento de mayor número de ciudadanos, la
quiebra de nuestras instituciones educativas y
sanitarias, pretende implementar proyectos a la
medida de sus cualidades personalistas, influido
de un precario arcaísmo que nos llevará sin duda
al siglo XIX, si es que no nos percatamos y
contribuimos a tan miserables proyectos. Hasta el
momento, las misiones donde se han utilizado la
mayor parte de los recursos presupuestarios, han
servido para llenar el estómago de muchos
revolucionarios que no tienen empleo, ni formas de
sobrevivir, ganar muy pocos adeptos a la
revolución bonita y seguir engañando a la
población mediante una campaña mediática y
atormentadora, como el caso de la Misión Robinson,
en la cual el gobierno dice que en 3 meses logró
alfabetizar a unas 300 mil personas utilizando a
otras ya alfabetizadas para demostrar su mentira
por los medios de comunicación. Asimismo se
puede observar que la aplicación del Plan Mercal,
de índole efectista, populista y paliativo, es
insostenible por el Estado por la alta inversión
de capital sin productividad, la gran corrupción
abierta y manipuladora que se genera en sus
operadores. Este proyecto ha logrado en poco
tiempo, la quiebra de muchas microempresas que
antes eran competitivas, sustentables y
generadoras de empleo de la mayor parte de los
trabajadores del país, por sus ganancias,
independencia y autonomía que permitía el
desarrollo y el progreso de los venezolanos.-
Traidor
Paciano
Padrón
Esto es lo que nos faltaba, el
mismísimo Presidente de la República, quien
endilga el calificativo de traidor a la Patria a
quien se le antoje, ha incurrido en ese deleznable
delito contra Venezuela, al echar por la borda más
de cien años de reclamo de soberanía venezolana en
el Esequibo, y al debilitar el arma de negociación
más importante que tenemos ante la República de
Guyana, el no reconocimiento de ninguna concesión
que otorgue ese país a la zona de reclamación.
Ahora Chávez anuncia, desde Georgetown, que no
objetará prospecciones petroleras por parte de
Guyana en el Esequibo. Esto es traición, miedo
al Revocatorio, pánico a que nuestro reclamo de
Referéndum llegue a la Asamblea de la OEA y que
los países miembros voten a favor del pueblo de
Venezuela y de su legítima aspiración a darse el
Gobierno que quiera. Chávez actúa, al traicionar a
la patria, como si fuera dueño del país y del
destino de su pueblo. En Georgetown, en Guyana, no
se chupan el dedo. En reciente editorial, el
diario “Stabroek News” atribuye el cambio de
parecer de Chávez a “sus dificultades domésticas”:
“El está enfrentando un posible llamado a
Referéndum y gobierna una nación amargamente
dividida, y está en serios aprietos con
Washington”. Recuerdan los guyaneses que en el año
2000, siendo José Vicente Rangel canciller del
Gobierno de Chávez, ante el otorgamiento de
licencias, de parte de Guyana, a empresas
petroleras, madereras y mineras, Rangel acusó a
nuestro vecino de violar el Acuerdo de Ginebra:
“Venezuela no reconoce, ni ha reconocido en el
pasado, la validez de concesiones otorgadas por
Guyana a terceros en la Zona de Reclamación” de
manera unilateral. Dijo lo correcto entonces, y
los guyaneses lo recuerdan. Bien distinto lo que
ahora dijo Chávez: “No dificultaremos proyecto
alguno a efectuarse en la región”. Como se
recordará, a finales del siglo antepasado, en
1899, el Laudo Arbitral donde se demarca la zona
fronteriza nos despoja del Esequibo. Venezuela no
acepta esa pérdida y comienza nuestro reclamo, que
genera en 1966 un instrumento jurídico para buscar
solución, conocido como el Acuerdo de Ginebra.
Desde entonces, todos los gobiernos democráticos,
como lo hizo Chávez en el 2000, se han opuesto al
otorgamiento de licencias en la zona en
reclamación. Ha sido una reiterada política de
Estado, ahora violada con esta traición a la
patria. La nueva posición de Chávez, que espero
rectifique para que no pierda Venezuela 150.000
Km2 de su territorio, además de ser una estupidez,
viola la Constitución por todos los costados.
Veamos sólo algunos artículos. En el 1 se
establece que es “derecho irrenunciable de la
Nación la integridad territorial”, mientras que el
13 prescribe que “El Territorio Nacional no podrá
ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en
forma alguna enajenado, ni aún temporal o
parcialmente, a Estados extranjeros u otros
sujetos de derecho internacional”. Apunta el 328
que la Fuerza Armada Nacional está “organizada por
el Estado para garantizar la soberanía de la
nación y asegurar la integridad del espacio
geográfico”. El presidente Chávez anuncia que
otorgará al gobierno de Geogetown, sin
contraprestación alguna, y en clara violación a la
Constitución, lo que siempre negamos a la Gran
Bretaña y luego a la independiente República de
Guyana. Venezuela entera debe expresar su
protesta: el Fiscal General, la Asamblea Nacional
y la Fuerza Armada, entre los primeros. Que nadie
más le falle al País. Si fallaren el Fiscal
General y la Asamblea, que los militares no les
fallen a la patria. No a la traición y al traidor.
E.mail: pacianojp@cantv.net-
|