Mande usted,
Al Qaeda
Luis De
Lion
Hace un año comenzó la guerra en
Irak, hace un año Fidel Castro hizo otra de sus
mortales morisquetas represivas, hace unas semanas
Hugo Chávez se estrenó como tirano, hace unos días
Al Qaeda hizo estallar -en el mejor de sus
terroríficos estilos- la campaña electoral
española. Hace un año mandaba Saddam Hussein;
Libia acaba de anunciar el abandono de su programa
nuclear; Irán acaba de reconocer que disimuló
durante años a los inspectores de la ONU, su
programa de enriquecimiento de Uranio; hace unos
días Irak estrenó una nueva Constitución. Hace
un año que Al Qaeda no deja de matar. Casablanca,
Yakarta, Bagdad, Riyadh, Estambul y
Madrid. Hace un año, los noticieros contaban
con entusiasmo el número de pacifistas en las
calles de las grandes capitales del mundo, este
fin de semana se repitió el desfile y el slogan
sigue siendo el mismo; Bush se lleva los honores,
en cambio a Al Qaeda ni con el pétalo de una rosa,
y Fidel y Hugo, soldados mártires de la lucha
antiimperialista. ¿Entonces quién avanza; la
paz, la democracia y el desarme o el
megaterrorismo? Veamos, hoy las cosas a partir
de la triste y sangrienta primavera madrileña. ¿Se
exageró la dimensión nacional, al acusar de los
atentados del 11-M, a los inocentes niños cantores
de ETA o se subestimó la dimensión globalizada del
terrorismo islámico? Cuál de las dos hipótesis
fue la decisiva o la más influyente al momento en
que los españoles ejercían su voto. Si nos
abstenemos a las promesas pacifistas de la campaña
de Zapatero, no podemos menos que decir que el
terrorismo funciona de maravillas. ¿Pero y si
los atentados de Madrid obedecen a una
joint-venture entre ETA y Al Qaeda? La Djihad
internacional, en el pasado, había contado con la
complicidad de grupos locales para la organización
de atentados, como señala Alexandre Adler en un
excelente artículo publicado por Le Figaro el 17
de marzo pasado, titulado “Quiprete main forte á
al-Qaida?”. Allí Adler nos recuerda que el
terrorismo del medio oriente en el pasado se
asoció con grupos violentos europeos. La RAF
alemana, con la FPLP Palestina de Carlos;
igualmente otros grupos palestinos se asociaron
con el IRA y ETA. Así las cosas, ¿se puede aún
decir que los Estados Unidos exageran en su guerra
contra el terrorismo? Son los EE.UU. una nación de
belicistas y Europa un hervidero de pacifistas, y
en consecuencia estos últimos estarían al abrigo
del megaterrorismo. ¿Dónde queda
Madrid? Entonces tiene razón Emilio Lano de
Espinosa, cuando escribe que ciertamente estamos
todos en guerra, una guerra privatizada, en virtud
de que Al Qaeda no es un estado sino una empresa -
¿ONG? - capaz de uti1izar armas de destrucción
masivas, de esas que el Dr. Kahn vendía de a tres
por locha. ¿Saben los comeflor que salieron la
tarde del pasado sábado 14 de marzo, a protestar
frente a la sede del PP en Madrid, quién es el Dr.
Kahn? Es cierto que Manu Chao en sus carismáticas
canciones no lo menciona y que Pedro Almodóvar al
borde de un grave ataque de ridiculez, convulsiona
de emoción imaginando a Osama Bin Laden en el rol
estelar de su próxima película. Pero, en virtud de
tanta estupidez, miedo y cortoplacismo en un
sector del electorado español -en particular el
más joven- cabe preguntarse si está en capacidad
ATTAC de lavar tantos cerebros en España, como los
lava Al Qaeda en sus campos de entrenamiento en
Afganistán. ¿Será entonces que quien tiene el
cerebro lavado soy yo y que todo esto, Atocha,
World Trade Center, Djerba, Bali, Kenya, son
montajes hechos desde Hollywood, para que de esa
manera los EE.UU. a través del terror pueda
apoderarse del petróleo del mundo
entero? Déjense de vainas, somos todos unos
cruzados, unos herejes, y para Al Qaeda todos sin
distinción merecemos morir. Entonces, ¿se debe
dialogar con esa gente? dialogar sobre qué? Sin
duda que la guerra contra el terrorismo será larga
y difícil, así lo haya dicho Bush quien, por
cierto, como quiera que sea en noviembre próximo
deberá someterse a elecciones libres y
democráticas, las cuales pareciera que va a perder
-a menos que el megaterrorismo le eche una mano de
última hora-; por cierto ¿sabe alguien cuándo son
las elecciones de Al Qaeda, de manera que podamos
hacer algo para que en su seno elijan a un nuevo
líder que cambie un poco las directrices políticas
de dicha organización no gubernamental encargada
de defender a los pobres e inocentes del mundo
entero?-
Garantías para el futuro
educador
Johana Isolibeth Mujica
Pérez
Si eres un futuro educador, o
piensas serlo, sólo cuentas con tu vocación, no
cuentes con la escuela perfecta, y mucho menos con
las condiciones “normales”, que se podrían llamar
óptimas, para el proceso enseñanza y
aprendizaje. Eso sí, vas a tener muchas
garantías; garantía de que tus alumnos van a
llegar sin comer, que no van a tener cuaderno,
lápices o zapatos, que la escuela no va a tener
tiza, agua, o, que los pupitres van a estar
dañados, porque esa es nuestra realidad educativa,
de allí que se diga, y se cumpla, que el docente
debe ser creativo, creativo para ver lo que va a
hacer en un aula sin tiza, para arreglárselas
cuando los alumnos no tengan donde sentarse porque
todos los pupitres están dañados y, además,
creativo para ver si le alcanza el sueldo para
solventar sus problemas y los de sus niños, porque
un buen docente trata de ayudar a sus alumnos
dentro y fuera del aula de clase, se es docente en
cualquier lugar; así pues, tiene tu realidad y tus
garantías como docente, sólo tienes que saber si
tu vocación es lo suficientemente grande y
verdadera para asumir lo que te espera.-
Mientras
me pongo los
zapatos Érase un
país
Alberto Hernández a
Rómulo Di Caro, in memoriam
I En mi
casa de Santa Bárbara, donde la felicidad fue
posible gracias a Andrés Delgado y Gregoria
Orozco, había una vaca que lloraba. El milagro lo
hacía mi tía Dilia, quien se paraba frente al
cándido animal, viejo de tanto ordeño, y cantaba.
Dilia, por ser la menor hija de los abuelos, era y
es vista como una prima. Para ella era imposible
no solicitarle que le regalara unas estrofas en su
voz a la pobre vaca llorona. Por ahí andaban
los hermanos Vicente y Rómulo Di Caro. Se
insertaron en nuestra familia a través de mi tía
Josefa, quien mostraba una elegancia gratificante.
Se casó mi tía con el romano Vicente, un hombre de
quien aprendimos a mirar más allá de ciertos
ombligos locales y tuvimos la suerte de disfrutar
de su espléndida manera de ver el mundo. Estos
italianos se hicieron nuestra sangre. Estos
venezolanos del viejo mundo juntaron sus genes con
los nuestros y de allí nació un país donde se
combinaba el acento llanero de los campesinos con
el de la Roma eterna. Es decir, vivíamos en un
país donde la inocencia y otros horizontes nos
hacían más terrenales. Éramos felices y lo
sabíamos. Vicente y Rómulo fueron parte de este
paisaje que aún le reclamamos a la memoria.
II Rómulo Di Caro era muy fabulador.
Sabía jugar con los relatos y colocarle apodos a
cada uno de nosotros. El más original fue el que
le regaló a Dilia: “Sombra”. Jamás he olvidado esa
manera tan suelta de llamarla y hasta llegué a
pensar que se enamorarían. Pero qué va, era pura
amistad y afecto familiar. El que se casó con mi
tía Josefa fue Vicente, quien pasó a ser nuestro
tío. Sus hijos, Marco Antonio y Marco Aurelio,
llegaron en la huella de los nombres de dos
emperadores que se hicieron nuestros primos. Y
Rómulo, en una suerte de cambio de sombras,
aparecía y desaparecía. Y siempre era el mismo,
aunque después se hizo poco hablador. Un silencio
lo registraba por dentro. Un rasguño lo
alejaba. Un día -después de largos años en
Valencia-, Rómulo Di Caro desapareció de la
familia. Nadie, ni Vicente, tenía datos del
destierro que se impuso. Crecimos y Rómulo
seguía en una distancia borrosa. Hasta que el
domingo, mi tía Josefa me anunció que lo habían
asesinado en el estado Bolívar. Sentí una punzada
en el estómago y la rabia me invadió, más que el
dolor, porque Rómulo, luego de aparecer de su
lejano exilio, nos deja una tristeza como un pozo
hondo.
III En aquellos días de la
infancia, Rómulo nos contó que había sido luchador
con Blue Demon, Dark Búfalo, el Dragón Chino. Es
decir, cuando la lucha libre era parte de la
distracción de los venezolanos. Rómulo era uno de
esos deportistas acróbatas y se hacía llamar
Rasputín. Así, Rómulo nos hacía demostraciones
de “llaves” y movimientos de lucha libre. Y seguía
poniéndole nombres a la gente con su
característico acento romano. Vicente, nuestro
tío, a quien un día vi llorar en Calabozo ante el
rostro golpeado e hinchado de una sobrina luego de
un traumático accidente de tránsito, “anda
extraviado ante el dolor, por la muerte de
Rómulo”, me comentó mi tía Josefa. Y nosotros,
Vicente, andamos también contigo, porque somos del
mismo lugar donde nacimos, tú, Rómulo y nosotros,
bajo aquellos mangos donde Andrés Delgado y
Gregoria Orozco aprendieron a quererlos y a
hacerlos nuestra sangre y genes. Entonces
teníamos un país, un país pequeñito que se
traducía en ese par de seres humanos, Andrés y
Gregoria, que tuvieron la sabiduría de reunirnos.
Teníamos un país donde los sobresaltos eran tan
normales que nos acercaban en la lejanía. Por
eso, mi querido Vicente, pese a mi lastre alejado
de ciertos tumultos, somos todos en la vida y en
la muerte. Me escuece la muerte de Rómulo. Nos
duele a todos nuestro héroe de la infancia,
nuestro Rasputín. Aquel país ya no existe.
Estamos en otro que se tambalea, que se nos va de
las manos. Aquel país de la infancia emerge a
diario en las palabras que nos reúnen, en la
fuerza de sabernos juntos en la medida en que
seamos capaces de revelar de donde venimos y hacia
donde vamos. Mi querido Vicente, el dolor tuyo
es el mío. Habrá tiempo para el abrazo, para
confirmar que allá, en Santa Bárbara, seguimos
oyendo la vaca que llora y los sobrenombres que
Rómulo a todos nos ponía.-
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