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Arafat, el patriarca

Luis De Lion
El ingeniero, intelectual, terrorista, empresario, hombre de Estado, premio Nó-
bel de la Paz, deja tras de sí una nación en estado embrionario, con muchas ruinas, pero muy presente la imagen de un hombre a quien le costó darle la espalda a la violencia y a la guerra. ¿Qué es hoy Palestina? ¿Un sueño abortado o inconcluso? ¿Fracaso personal o tragedia colectiva?
Sin duda que Arafat fue un gran camaleón político, que se vestía de fiel musulmán cuando visitaba Arabia Saudita; de revolucionario, cuando iba a la China o de nacionalista árabe cuando visitaba al depuesto Saddam Hussein. 40 años de un habilidoso ejercicio político, que le permitió en diversas ocasiones resucitar justo cuando sus adversarios le preparaban las respectivas obsequias fúnebres.
Pero su principal logro se reduce a un hecho simple. Borrados del mapa en 1948, condenados al éxodo, sin territorio, los palestinos hoy existen nuevamente disponen de un territorio, y Arafat les dio una identidad, la cual constituye hoy la única garantía de subsistencia.
Arafat, la leyenda, una personalidad, un hombre que buscó ser amado por todos y todo el tiempo, algo que en política es imposible. Nacido a orillas del Nilo, al norte de El Cairo, en el seno de una familia humilde, el Rais a través de sus biógrafos oficiales siempre pretendió hacer creer que había nacido y crecido en Jerusalén, sin duda el lugar propicio para lo que sería su lucha y su destino. Sin embargo, es en las arenas de Kuwait donde va a nacer el movimiento de liberación nacional, Fatah, y desde donde Arafat adopta a Abou Ammar como nombre de guerra.
Más tarde se convertiría Arafat en jefe de la OLP, secuestro de aviones, y del tristemente célebre Septiembre Negro de 1972 en Munich. El hábil político sabe distanciarse de estos hechos de sangre y en la búsqueda de un reconocimiento internacional ante la Asamblea General de la ONU en 1974 declara: “traigo en una mano el fusil y en la otra una rama de olivo”.
El Líbano, en 1975, es el escenario de un nuevo capítulo sangriento Beirut dividido en dos facciones, Arafat se funde muy bien entre el caos, y con la ayuda proveniente de los petrodólares del Golfo, se estrena como exitoso hombre de negocios. El emergente poder de Arafat, comenzaba a inquietar a Israel, al punto que el ejército israelí bajo el comando de Ariel Sharon entra en territorio libanés, y Arafat, el hombre de las siete vidas, encuentra refugio en Túnez.
Hasta que en 1987 la primera intifada toma al mundo por sorpresa, incluido el propio Arafat. La guerra de las piedras trae consigo a nuevos líderes palestinos, con los que Arafat rápidamente establece contacto, para así sacarle un provecho político a la situación, ágil maniobra ésta que le permitió obtener el reconocimiento en 1988, de poder compartir la Tierra Santa entre dos Estados.
Pero las contradicciones salen nuevamente a flote y Arafat en 1991 apoya a Hussein en la primera guerra del Golfo, en consecuencia la OLP perdía el valioso financiamiento proveniente de las monarquías del Golfo Pérsico. Saddam derrotado, la OLP en bancarrota y Arafat políticamente desterrado, queda aislado de las conversaciones de paz iniciadas en Madrid, pero nuevamente el contradictorio pero virtuoso político, torpedea dichas reuniones, y se erige como el único interlocutor ante Israel, a través de las, para aquél entonces, secretas reuniones de Oslo, que culminarían en 1993 en Washington con la firma del acuerdo de paz con Israel. Arafat se consagra internacionalmente, deja de ser el jefe de una tribu nómada para convertirse en el presidente de la Autoridad Palestina, y el terrorista jubilado hasta el premio Nóbel de la Paz obtiene.
Los extremistas consideran que Arafat cometió muchos errores al negociar con Israel, Hamas y la Jihad islámica desencadenan una serie de sangrientos atentados, seguidos de un hermético bloqueo impuesto por las fuerzas militares israelíes sobre Gaza y Cisjordania. En consecuencia se instalan la miseria y el desempleo en Palestina. Es asesinado Rabin y Netanyahou acelera la colonización y el territorio y la autonomía palestina quedan en entredicho.
Arafat, el patriarca, divide para así reinar sin compartir el poder; múltiples servicios de seguridad sin atribuciones definidas y los inversores extranjeros salen huyendo. Así llega Arafat a Camp David, ante un Clinton que se despide del poder y Barak dispuesto a concederle a los palestinos mucho más que cualquier otro líder israelí en el pasado. Sin embargo, no sale humo blanco.
Se le hacía tarde a Arafat, una nueva intifada y la llegada al poder de su eterno enemigo Sharon, junto a una serie de atentados suicidas, así como las represalias israelíes, alejaban la paz del horizonte y Arafat terminaba sitiado en Ramallah. Ya en 2002 muchos lo consideraban muerto políticamente, pero Arafat se niega a ceder el poder, y sigue manejando a su antojo las fichas del juego político palestino, Fatah, OLP y Autoridad Palestina, son todas creaciones de Yasser Arafat.
Fiel a sí mismo, hasta el final de sus días, Arafat cultivó con maestría el gusto y el arte del secreto, el mundo entero ha seguido su agonía y su muerte, sin saber a ciencia cierta cual enfermedad le aquejaba. Y como buen político carismático, descuidó de manera expresa su sucesión, y la tragicomedia de ésta últimas semanas en los pasillos del hospital militar de Percy en las afueras de París, entre su esposa y los líderes de la Autoridad Palestina, así lo confirman.
Un líder poseedor de una compleja psicología, fiel a aquella frase que reza: “toma todo lo que te den y reclama con fuerza que te den el resto”. Pero a pesar de su estilo patriarcal, mesiánico y populista, felizmente hoy podríamos decir que los candidatos a la sucesión política de Arafat, aún siendo rivales políticos entre ellos mismos, todos comparten una visión moderna, pragmática y civil de la cruda realidad Palestina, y en ese sentido no podemos concluir sino con una nota optimista, en vías de un hipotético relanzamiento del proceso de paz, que sin duda será precedido por tres fases; una previa de desórdenes, seguida de la instalación de un nuevo aparato político y finalmente por la entrada en funciones del verdadero post-Arafat. http://www.webarticulista.net/-

Arafat

“Cuando habla el terrorismo se mueren los valores
se crucifican las ideas y muere la paz”

Mario H. Concha Vergara
Arafat murió. Afortunadamente, este engendro del
mal no era inmortal. Este hombre que tenía los valores trastocados fue sin duda el creador, el iniciador del terrorismo moderno. De ese terrorismo que mataba y sigue matando a seres inocentes no solamente en el oriente medio, sino que en todo el mundo.
Yasser Arafat no debería ser llorado por los amantes de la libertad y de los derechos humanos. Ahora que murió este terrorista, padre putativo de otro asesino que actuó bajo sus órdenes, me refiero a Carlos Ilich Ramírez, “El Chacal”, se están cayendo muchas caretas. Muchos que dicen estar distantes del terror hacen apología de este asesino de niños, de mujeres, de ancianos...
Los apologistas de la violencia y de las dictaduras hacen ahora de este personaje una leyenda; una leyenda como la hicieron del médico loco y asesino argentino que murió en Bolivia, asesinado por la CIA norteamericana. A propósito, uno se pregunta, como defensor de los derechos humanos, ¿qué separa a los asesinos de derecha o izquierda? Nada, absolutamente nada, pues el terrorismo nunca tendrá la razón porque es irracional, no tiene ideologías. Es lo que es: terror.
Parece que todos se han olvidado de quien era y que siguió siendo asta su muerte este creador de la OLP, una de las organizaciones terroristas más brutales del siglo pasado y de este siglo.
Seguramente el único mérito de Arafat fue la creación de esa caricatura de Estado llamado Estado Palestino. ¿Qué es hoy Palestina, sino un sueño truncado, un feto abortado, un país inconcluso? ¿Es realmente eso un Estado o es un Estado de Arafat? – En poco tiempo lo sabremos. Ya están como perros jalando las mortajas del “héroe”, no solamente para quedarse con el poder que solo puede hacer terrorismo y para apropiarse de los mil millones de dólares que el líder dejó en sus cuentas bancarias, incluso en bancos judíos...
¿Qué fue en realidad, además de terrorista, y de creador de ruinas?
Yasser Arafat fue también un exitoso empresario, intelectual, ingeniero y, premio Nóbel de la Paz, que compartió con Shimon Peres y Yitzhak Rabin, ministros israelitas que también incursionaron en el campo del terrorismo. Otro terrorista que había recibido este premio fue el asesino intelectual de Allende y maestro del terrorismo internacional Henry A. Kissinger, lo cual nos haría pensar que el Premio Nóbekl de la Paz, no es precisamente para pacifistas.
¿Qué fue Arafat?
¿Se han olvidado nuestros sagaces políticos de los secuestros de aviones y los asesinatos colectivos ordenados por Arafat? - ¿Se olvidaron de las muertes ocurridas en las Olimpíadas de Munich con el Septiembre Negro de 1972? – Arafat, fue hábil en política porque sabía manejar y lo hacía a su antojo, el terrorismo. Además, recibía y recibió hasta sus últimos días cientos de millones de dólares para poner al mundo occidental en caos. ¿Quién no se acuerda cuando en la Asamblea General de la ONU en 1974 dijo: “(...) traigo en una mano el fusil y en la otra una rama de olivo”. Él era un extorsionador por naturaleza...
¿Quién no se acuerda de las divisiones y masacres ordenadas por Arafat a partir de 1975 en el Líbano, la ciudad árabe más próspera del siglo XX? ¿Quién no se acuerda de su apoyo al Carnicero de Bagdag, Hussein, en la Guerra del Golfo, en 1991?
Arafat era amante del poder por el poder. Él dividía a sus seguidores. Tenía diferentes grupos conspirativos, diferentes grupos de servicios secretos, de ejércitos terroristas, de tal manera que todos eran incapaces de disputarle el poder. Al Fatah, OLP, Autoridad Palestina, eran sus obras que operaban como estados dentro de otro Estado. Esa era la manera de sobrevivir a los críticos internos y externos. Todos eran culpables, menos él.
Fue el propio populista y mesiánico que reclamaba todo a nombre de un pueblo al cual nunca le brindó democracia.
¿Qué pasará con su desaparición? Sobrevivirá Palestina como casi-Estado? ¿Habrá purgas y más terrorismo?. Sólo Dios lo sabe...
E-mail: conchamh@cantv.net-

Juguete ajeno

Iván R. Méndez
Una jornada de fuego que devora casas e histo
rias personales es relevada por la nostalgia del hombre arruinado, que armado con silla y tabaco se sienta a las afueras de las cenizas a recordar no sólo lo que tuvo, sino lo que fue. Gemela melancolía inunda a quienes habitaron Venezuela y ahora caminan perdidos en la combustión revolucionaria, que incendia instituciones y ciudades.
El fumador termina por cansarse y empieza a levantar, si no está viejo o enfermo, una casa más grande donde resguardarse con todas sus memorias y así empezar una vida nueva, no como ave fénix sino como discreto cultivador de la voluntad. Caer, la historia lo susurra, es tarea fácil en nuestros mundos de ilimitadas ambiciones y escasos bienes, pero soportar bien la carga de la derrota requiere paciencia e ingenio para abonar el terreno del retorno.
Hace cientos de años, afirmó Terencio que “cuando de una cosa se han sacado muchas ventajas, es justo que se soporten los inconvenientes”. Así, quienes se amamantaron con teteros dorados o espesos potajes en los tiempos de la República a secas, deben hacer vigilia en estos días de fáciles eslóganes de igualdad, pero definitivamente marcados por el agrietamiento de los espejos que nos reflejaban. No obstante, este proceso es una fiesta para otros, que viven la República Bolivariana como una lotería de esperanzas y dones misionarios.
El país votante apostó por el ambigüedad, la revancha y la furia que propone Hugo Chávez como estilo de vida. De esta explosiva receta, espera el Presidente, emergerá una nueva clase social que mirará a sus menores sin recelo. Sin embargo, de esta cocción, hasta ahora, sólo ha salido una turba de esnobistas avariciosos y corruptos, que van a Aló Presidente a bostezar y aplaudir, pero regresan a sus novísimos feudos a humillar y saquear en un paradójico “gobierno con sentido social”.
El “breve dar” que signa la V República es un talismán para hacer llevadera y perdonable la gula de poder, dinero y reconocimiento que le roba el sueño a los señores revolucionarios. El simulacro viste el andar de estos nuevos burócratas desorbitados, que se mueven veloces, cual meteoritos, en el Universo caótico y cambiante que recién hornearon.
Al encontrarlos, con sus nuevos zapatos y chaquetas, abordando aviones con el ajetreo de sus días de autobús, rabiando con sus vecinos y ocultando relojes, cadenas y palm pilots (recién comprados en el Sambil) en las entrevistas de Venezolana de Televisión, recuerdo las recomendaciones(*) de Brahma a los chiquillos que crearon un mundo (el nuestro) “deforme, raquítico, oscuro”: “¡Id, turba desalmada e incorregible! Marchaos donde no os vea más con vuestra deforme criatura. Ese mundo no debe, no puede existir, porque en él hasta los átomos pelean con los átomos; pero marchad, os repito. Mi esperanza es que en poder vuestro no durará mucho”.-